El inaudito proceso de primarias de Ciudadanos para dirimir el nombre del candidato a la presidencia de la Junta de Castilla y León por la formación naranja no deja en buen lugar al presidente nacional del partido, Albert Rivera, adalid de la supuesta transparencia interna que debe reinar en los partidos políticos. Conocido el sorprendente vuelco en los resultados tras la revisión de 82 votos emitidos de manera irregular, y que ha acabado dando la victoria al diputado Francisco Igea frente a la expresidenta de las Cortes con el PP, Silvia Clemente, es todo un sainete difícil de repetir por más que se empeñen Villegas, Girauta, Fuentes y compañía en sostener lo indefendible.

No son pocas las conclusiones que pueden colegirse tras la consumación de un pucherazo que toca la línea de flotación de la credibilidad del partido. A saber. La primera es la demostración que, sin ton ni son, ha hecho Cs en esta Comunidad para dispararse un tiro en su propio pie, convirtiendo el proceso de primarias en un disparate y en un excelente guion para ser interpretado por los hermanos Marx. La segunda reflexión tiene que ver con el efecto positivo que este tremendo desaguisado ha supuesto para el candidato finalmente elegido, porque convendrán conmigo en que ni la mejor estrategia de campaña hubiera podido lograr en menos tiempo el inopinado grado de conocimiento que ahora tiene Igea en Castilla y León y hasta en España. Y no es una cuestión menor, porque sabido es que una amplia parte del electorado vota a quien más reconoce. La tercera es la calculada reacción de los rivales más directos de Ciudadanos que, a pesar de la apreciable munición electoral que concede todo lo sucedido en estos días, parecen pensar más en los pactos postelectorales que en el día de las urnas.

Así las cosas, el atomizado tablero en el que se juega la partida del 26 M no ha hecho más que entrar en una espiral inverosímil, en el que resulta extremadamente arriesgado pronosticar el nombre de quien ocupará el sillón presidencial de la Junta. Solo un nombre ya es descartable: Silvia Clemente.