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Como los pobres en los pajares

Venga y venga con la España vacía, pero no se ven acciones concretas, solo palabras

Domingo Criado fue un dibujante, ilustrador y pintor genial y una de las personas que más llevó dentro y quiso a esta tierra. Fue, además, un lúcido y punzante filósofo de lo cotidiano, uno de esos tipos capaz de resumir la realidad con una frase mezcla de ironía, sentido común y amargura por lo que veía. Recuerdo muchos detalles suyos, especialmente un "chiste", como se decía entonces, en el que se veía a un niño descalzo sentado sobre una piedra y llorando con unas lágrimas tan enormes como su cabeza. Sobre ésta, una noticia del día:"Se cumplen mil años del idioma castellano". Y el niño reflexionaba: "Mil años ya y todavía no hemos dicho la primera palabra".

Pasé con él horas y hora de charla (algunas de ellas sobre su amigo Justo Alejo, al que admiraba) e incorporé a mi incipiente retranca algunos de sus asertos. Por ejemplo: cuando alguien soltaba planes de dudosa realización o que no nos creíamos, bien por ser irreales, bien porque ya los había contado muchas veces y nada de nada, Domingo miraba con sorna al interlocutor, esbozaba una sonrisa que era todo un editorial, daba una calada profunda al Habanos, tosía un poquito y sentenciaba:

-Ciudadano, dos puntos: estás haciendo como los pobres en los pajares. (Le gustaba recalcar lo de los "dos puntos" para que quedara claro lo que venía después).

Es decir, castillos en el aire, anuncios de difícil cumplimiento cuando no proyectos que generan más escepticismo que ilusión y que podrían servir solo para tapar inacciones, meteduras de pata o abandonos anteriores. O sea, bla, bla, bla.

He vuelto a evocar estas palabras de Domenicus Servus, como le llamaba el escritor Emilio Salcedo, al leer, releer y volver a leer, y al oír, escuchar y casi aprenderme de memoria lo que se está diciendo estos días sobre la España vacía, la España vaciada, la España despoblada, el apoyo al mundo rural, la recuperación y revitalización de los pueblos y añadan ustedes lo que quieran.

-Es que estamos de moda, don Idolfino, ya no funciona a tope este país si no se deshacen en elogios hacia los que antes llamaban paletos; algo hemos adelantado, afirma, coñón él, don Jeromelino.

-Y ya verá usted que, como decía aquel intelectual, la ley de la gravedad no es nada comparado con lo que nos espera. O sea, que átese los machos y póngase en guardia porque vienen dos campañas electorales y ahí sí que seremos protagonistas; todo para los de los pueblos, ni sé que vamos a hacer con tantas inversiones y tanto mimo, replica, también con su miaja de sorna, don Idolfino.

Y en esas estamos. No hay reunión, congreso, debate, rueda de prensa, presentación, mitin, conferencia, convención, comité y así sucesivamente en los que no se hable de esa España hasta hace poco inexistente, abandonada, descuidada y abocada al matadero. Y todo el mundo parece tener la solución a estos problemas endémicos. O, al menos, la expone con lujo de detalles, anuncios, convicciones y maravillas por venir. Y ahí queda eso, como los toreros tras el pase de pecho que cierra una tanda inolvidable de naturales. Y después, ¿qué? Ese es el lío perejil. Que pasan los días, las semanas, los meses, los años, los lustros y las palabras se pierden en el éter y los hechos no llegan, o vienen a cuentagotas, o se plasman cuando ya es tarde, o se acaba el dinero, o se presenta un nuevo plan cuando ni siquiera se ha puesto en marcha el anterior, o?

No soy el único que tiene esta percepción pesimista. Este periódico publicó el pasado 26 de febrero las reacciones de gentes del mundo rural al Foro Nacional de Despoblación celebrado en Puebla de Sanabria. Recojo una: "Hablan muy bien, ahora que lo demuestren con hechos, no con palabras". Nada que añadir. Y sí, las palabras fueron ajustadas, hasta valientes en algún caso. Que el ministro de Agricultura reconozca en público que la despoblación es una "cuestión de Estado" y pida actuar "ya", es un paso adelante. Que la comisionada para el Reto Demográfico diga que el envejecimiento y la desertización poblacional "ponen en riesgo" el modelo de país, es vital para intentar atajar el problema; al menos, se detecta ese mal. Pero, ¡ay los peros!, ¿se dieron cuenta de que, en esa jornada de Puebla, no se vieron gentes, ni autoridades, del PP, como si el asunto fuera exclusivamente del Gobierno actual? Días después, el PP organizó un acto sobre despoblación en Madrid, al que solo fueron

? los del PP. ¿Así vamos a remediar un cáncer que es "cuestión de Estado?

¿Entienden ahora por qué se titula este artículo "Como los pobres en los pajares? Don Idolfino y don Jeromelino sí lo entienden.

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