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Gaza, violencia y futuro

El drama que supone la violencia - de género en ámbitos rurales

1. Gaza se queda en Zamora aunque traslada su gran fábrica a uno de los polígonos industriales de Coreses. A pesar de los pesares y de las trabas burocráticas que hemos ido conociendo desde hace tiempo para su ampliación, motivadas fundamentalmente por el cumplimiento de las estrictas medidas que impone la Confederación Hidrográfica del Duero sobre las cuotas de inundabilidad, nunca dudé que Gaza permanecería pegada al territorio, a su alma máter, a Zamora. Si se hubiera ido fuera de la provincia, no quiero imaginar el impacto no solo económico sino principalmente emocional que hubiera supuesto una decisión de ese calibre. Porque uno de los iconos de Zamora, que ha nacido, se ha criado y se ha ido desarrollando conforme a los intereses de los ganaderos de estas tierras, es inconcebible -o al menos para mí lo es- entenderlo al margen de lo que ha representado y debe seguir representando en una provincia que necesita reafirmar su identidad y su autoestima colectiva con marcas como Gaza. Una buena noticia por la que merece la pena brindar.

2. El viernes asistí a una charla sobre violencia de género en el Ayuntamiento de Roales. Allí me encontré con los protagonistas del acto: Luisa, Pablo y Marta, compañeros en la Universidad de Salamanca y expertos en el análisis de la violencia contra las mujeres. Conozco la trayectoria de los tres y no puedo por menos que reconocer públicamente que dediquen parte de su tiempo no solo a estudiar el drama que supone la violencia de género en ámbitos rurales sino a transmitir, con sus rutas por las diversas provincias de Castilla y León, qué es y cómo se puede actuar ante una de las lacras más sangrantes que tenemos encima de la mesa. En el debate posterior con los asistentes, quedé impresionado con el testimonio directo de una mujer que ha sufrido y aún sigue sufriendo las consecuencias de un maltratador. Sus lágrimas fueron compartidas por los asistentes. Salí del local del ayuntamiento conmocionado por el testimonio de una mujer valiente pero, al mismo tiempo, derrotada por un sistema judicial y una sociedad que dejan mucho que desear.

3. ¿Qué futuro podemos esperar de una sociedad que mira con indiferencia el drama de quienes sufren violencia de género? No me digan que soy injusto con lo que digo. Pensarán que ya hemos asumido que tenemos un problema social, que se han aprobado nuevas leyes de protección y que también existen campañas para concienciarnos de tan grave conflicto. Pues lo siento: ¡siendo verdad todo eso, aún no hemos hecho lo suficiente! Y a las pruebas me remito: nuestros jóvenes están reproduciendo comportamientos machistas como nunca antes hubiéramos imaginado. Cabe concluir, por tanto, que algo o mucho estaremos haciendo mal, rematadamente mal, para que los chavales y las chavalas, que son el futuro de cualquier país, no hayan sido vacunados contra la violencia de género. ¿La culpa? De todos. Sí, de todos, porque usted y yo somos corresponsables de lo que se hace y, sobre todo, de lo que deja de hacerse. También lo es la escuela, los medios de comunicación, los distintos poderes del estado, etc. Pero usted y yo, los primeros. Nadie puede escaparse.

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