La imaginación suele dar mucho juego. Uno se pone a inventar y le salen historias de todo tipo. Algunas parecen tan increíbles que las descarta por eso de no entrar de lleno en la ciencia-ficción. Otras van tomando cuerpo hasta rozar lo absurdo, el esperpento o la hilaridad, pero son verosímiles y, por consiguiente, reales, aunque parezca lo contrario. Y muchas veces te quedas corto, muy corto. La realidad supera a la fantasía. ¿Cómo es posible? Misterios de la existencia. No hay imaginación, ni siquiera la de un niño, que gane a lo que ocurre en la calle. O en el Congreso. O en los tribunales. O en las redes sociales. O donde ustedes quieran fijarse. Sorpresas te da la vida, que decía la balada de Pedro Navaja.

Estos días han sido pródigos en sucesos de este tipo, del sector increíble. A mi juicio, el más llamativo ha sido el asqueroso manoseo a que se ha visto sometida RTVE. Y dentro de los numerosos episodios, el que se ha llevado la palma del disloque ha sido el intento de la democrática Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) de mezclar la elección del Consejo de Administración del ente con el independentismo. El diputado Joan Tardá llegó a vincular su apoyo a la propuesta de PSOE, Podemos y PNV al compromiso de Pedro Sánchez de hablar con el presidente Torra del derecho a decidir y de un referéndum de autodeterminación para Cataluña. Nunca pude imaginar, ni en mis pensamientos más alborotados, que tal cosa pudiera suceder. ¡Vaya tropa!, que diría Romanones. ¡Qué tendrá que ver la elección de un nuevo equipo directivo para RTVE con el secesionismo, el pròces y los manejos de Puigdemont! Pues ahí lo tienen. Y nada menos que en el Congreso de los Diputados. No cabe chantaje de mayor calibre. Parece que la sangre no ha llegado al río, pero el rifirrafe ha servido para que el PP y Ciudadanos se desmarquen de cualquier acuerdo, lo que equivale a decir que el lío en torno a RTVE seguirá por los siglos de los siglos. Rajoy destrozó el modelo de los tiempos de Zapatero y ahora su partido ha llevado el asunto al Constitucional. Y en medio, 6.400 trabajadores que únicamente quieren hacer su tarea en paz, libertad e independencia de los vaivenes políticos. Y sin coacciones, ni manipulaciones, ni silencios obligados, ni ditirambos babosos. Y siguen vistiendo de negro todos los viernes para llamar la atención sobre lo que ocurre en la Casa. Un ejemplo de lucha.

Nunca pude imaginar tampoco que algo tan inocente y benefactor como los semáforos se haya convertido en un presunto foco de corrupción que afecta a empresarios, concejales, alcaldes y empleados públicos de varios ayuntamientos españoles. Y uno se pregunta si queda algún sector sin esta lacra. Y se pregunta también si los supuestos responsables llegaron a pensar que no les pillarían, que la impunidad estaba garantizada, que lo tenían todo tan bien montado que nada podía fallar. ¿En qué país vivimos y hemos estado viviendo?, ¿qué tipo de sociedad hemos creado, y mantenemos, para que sucedan estas cosas e, incluso, haya gente que las vea como normales o que diga que si él estuviera en ese cargo haría lo mismo porque todos roban?, ¿así vamos a construir un mundo mejor y más justo? Habría que instituir el Día de San Egoísmo y a ver qué pasa.

No. Tampoco pude imaginar jamás que las cosas en el PP llegaran donde han llegado. Y lo digo tras conocer (creo que al menos regular) al José María Aznar que desde Castilla y León montó el partido tal y como ha funcionado hasta ayer. O sea, con la designación a dedo del jefe, el apoyo incondicional y la ausencia de críticas y autocríticas. Y ahora, ya ven, seis candidaturas, rechazo a la secretaria nacional y mandamás en muchos cargos y dos finalistas que, según todos los indicios, seguirán enfrentados hasta el congreso de dentro de quince días. No habrá -eso dice Pablo Casado- lista unitaria. Decidirán los compromisarios, así que, ojo, porque puede haber sorpresas. Desde luego, los de Cospedal no apoyarán a Soraya Sáenz de Santamaría. De modo que?

Y para incredulidad la que nos está deparando Europa (más concretamente algunas naciones y partidos) con el problema de la inmigración. Mejor ahogados que dentro. Así de espeluznante. Mejor pudriéndose en Libia que acogidos en países que presumen de alto nivel de vida. Mejor muriéndose de hambre y sed en los desiertos y en los campamentos miserables que brindarles una oportunidad para que rehagan su vida. Y los más duros son los grupos y gobiernos de derechas, los que dicen basarse en el cristianismo. ¿Síii?, ¿dónde está el humanismo cristiano y el amor al prójimo que nos enseñó el Nazareno?, ¿solo lo practica la izquierda a la que acusan de atea? ¿Ay, los fariseos, los fariseos?!