Se lió parda cuando en un rótulo del programa de televisión "Liarla Pardo", presentado por Cristina Pardo, se escribió malloría en vez de mayoría. La presentadora tuvo que pedir disculpas por el error. Una cortesía poco frecuente, porque suelen producirse deslices similares y nadie rectifica ni se lamenta por ello. Peor aún, tanto en los escritos como en las formas de habla son demasiado frecuentes los fallos garrafales.

Hay dos expresiones especialmente chirriantes: "preveer" por prever y "detrás mío" por detrás de mí. Otras veces se escucha un "cocretas" por croquetas, "cera" por acera o "mondarinas" por "mandarinas". O se ve acentuado el adjetivo posesivo tu como si fuera un pronombre. O se confunde la transcripción de las formas verbales halla y haya.

En muy raras ocasiones he escuchado bien la conjugación del verbo evacuar en la tercera persona del presente de indicativo; suele decirse "evacúa", cuando en realidad es evacua. Más discutible es el empleo del verbo asolar también en la tercera persona del presente de indicativo: "asola" y "asuela". Cuando se refiere a arrasar o destruir debería decirse asuela y asola cuando se alude al calor o a la sequía producida por el sol.

Es muy común el empleo de "dentrífico" por dentífrico. Existe otra metátesis que hemos padecido los hablantes en la Tierra del Pan al tener que aceptar la palabra muladar, aunque el Diccionario de la Legua Española señale que muladar procede de "muradal". Así la emplea ya el Arcipreste de Hita en el "Libro de buen amor": "En un muradal andava el gallo cerca un rrío; / estando escarbando de mañana con el frío...". Dice Covarrubias: "Y porque es fuera de los muros, se dixo muradal, y de allí muladar, trocando las palabras". Corominas recoge "muladar" y remite a muro. Señala como derivados de muro, mural, muralla, muradal. Dice en muradal: "antiguo, "lugar próximo al muro exterior de una casa o población, donde se arrojan inmundicias", "muladar" (documento zamorano de 1185, Staaff, 2.19; como nombre propio ya aparece en doc. de 1159, y en forma latinizada muratale, en 1116, de donde con metátesis muladar".

Además de los excesivos errores ortográficos, existe una aberración, especialmente cometida por los presentadores de distintos programas en las televisiones, incluso en los telediarios: la mala entonación de las palabras tónicas o átonas. ¿Quién no ha escuchado la expresión "cada cual" con acento tónico en la palabra cada? Debería pronunciarse "cadacuál". ¿O la horrorosa entonación de los adverbios de modo al descoyuntar tanto los acentos tónicos como los átonos? Hay una gran diferencia entre pronunciar solamente, que es llana, como si fuera esdrújula o rápidamente, que es sobreesdrújula, como si fuera llana. Añora uno los años de los exquisitos presentadores, procedentes de la radio y denigrados como bustos parlantes, que tenían una dicción correctísima, como Pedro Maciá, quien, por cierto, fue cesado en 1979 por negarse a dar una noticia impuesta por TVE sobre una huelga de RENFE que suponía falsa.

Hay que mimar el correcto uso de nuestra lengua, tanto en la escritura como en el habla, porque es un tesoro; ya lo subrayó paladinamente el gran maestro y lexicógrafo Sebastián de Covarrubias, que tituló nuestro primer diccionario "Tesoro de la lengua castellana o española", editado en 1611. Vio la luz 115 años antes de que la Real Academia Española publicara el primer volumen del conocido como "Diccionario de Autoridades", titulado oficialmente "Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las frases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua".