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Carta abierta al subdelegado del Gobierno

Reflexiones sobre un artículo de Jerónimo García Bermejo

Respetado señor don Jerónimo García Bermejo, subdelegado del Gobierno en Zamora, hace unos días leí con mucha atención su artículo publicado en este periódico, titulado "Un clamor social que el Gobierno del PP no va atraicionar". Dicho artículo muestra un sorprendente desconocimiento del asunto que trata, denota una grave ignorancia de la Constitución y las Leyes españolas, contiene numerosas opiniones adquiridas por las lecturas de la prensa más alarmista que hurga en las emociones de todas las personas de bien por los tristes y lamentables recientes asesinatos de unas jóvenes en nuestro país (mi más sentido pésame para las familias) por lo cual llega usted a conclusiones totalmente alejadas de lo que significa la medida de privación de libertad y todo eso relacionado con la reinserción social. La justicia social que usted invoca iría mucho más lejos, aplicaría sin muchos remilgos la Ley del Talión que empezó a aplicarse en Mesopotamia hace unos 5.000 años y supuso un gran alivio para la sociedad, antes se exterminaba al clan del autor de un asesinato.

La categoría del cargo político no mejora el contenido de sus opiniones, no entiendo porque la postura del PSOE en este aspecto dice usted que es "torticera", tampoco lo que quiere decir con la expresión "¿A qué juega Albert Rivera y su formación?". Mire, estoy de acuerdo con usted cuando dice que "esto es una cuestión seria de Estado", pero creo que el Estado es un "Ente" más amplio que sus opiniones. La manera más segura de que un problema no se resuelva es plantearlo incorrectamente y menos por alguien que tiene bajo su mando a los Cuerpos de Seguridad de una provincia.

Vera, leí su artículo mientras esperaba que se hicieran las doce para incorporarme a la manifestación de mis compañeros, Policías y Guardias Civiles, no podía creer que tuviese usted un don tan especial para la inoportunidad. Mire, lo que usted dice es radicalmente opuesto a la formación que recibimos los profesionales que tiene bajo sus órdenes. Hasta que leí su inoportuno artículo no podía imaginarme que alguien que tiene, por su cargo, la misión de proteger a la sociedad de los excesos de los ciudadanos que la forman su ideal sea encerrar de por vida al autor de delitos execrables. Las dificultades de convivencia con este tipo de delincuentes es realmente complicada pero la prisión tiene por objeto la rehabilitación y no la del castigo, usted no ha meditado ni un segundo lo que ha dicho. Soy de los que cree que la sociedad puede mejorar pero no por el camino del castigo.

Por la tarde-noche fui a ver la obra de Teatro titulada "Doce hombres sin piedad", en ella se debate sobre el lado más oscuro de la naturaleza humana, un joven de dieciocho años es acusado de asesinar a su padre con una navaja y las pruebas que se presentaron en la vista oral le incriminan como el único autor, el castigo era la pena de muerte, pero la duda razonable de uno solo de los miembros del jurado fue persuadiendo a los otros once hasta conseguir un veredicto de inocencia. Durante las casi dos horas que duró la representación estuve pensando en lo que usted había publicado unas horas antes.

Estoy en completo desacuerdo con sus teorías represoras, le estoy diciendo que hay un desequilibrio completo entre lo que usted expone en su artículo y la alta misión de los Cuerpos de Seguridad que tiene a sus órdenes. Tome nota de la sentencia que ha impuesto a España el Tribunal Europeo, por los excesos de los agentes que detuvieron a los etarras que cometieron el atentado de la T4 de Barajas, los autores han sido condenados severamente como se merecían, pero nosotros, los Cuerpos de Seguridad del Estado, estamos para respetar incluso a esos delincuentes por el hecho de ser una criatura humana.

Supongo que a los pensionistas que se han manifestado delante de su despacho defenderá con el mismo entusiasmo que a los guardias civiles y policías que lo hicieron días antes.

(*) Concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Peñausende.

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