Al fin se acabaron las fiestas navideñas que por más tradicionales, entrañables, familiares y todo lo que quiera que sean, no deja de acabar resultando cansinas, casi agobiantes, por tantas y tan seguidas, lo que hace que la mayoría de la gente esté deseando que terminen antes de que empiecen. Con la lógica excepción de los niños -y niñas, claro es- que disfrutan de sus vacaciones escolares y a los que las fiestas se les hacen cortas sabiendo que les espera la vuelta al colegio y el alejamiento de horas u hasta jornadas de la tele, la tableta, la Play y demás. Encima, y por razones de calendario, en esta ocasión las navidades han contado con dos días festivos más, o sea que su culminación y la vuelta a lo cotidiano, a la rutina, a la normalidad, supone una auténtica liberación para muchos.

La Cabalgata de Reyes ha supuesto el cierre brillante a unas navidades en las que se ha notado y bastante la reactivación económica que pregona el Gobierno, pero que tal vez por su larga duración no parecen haber contado con mucho ambiente, pese a la animación callejera y todo eso. Aunque los dos festivos añadidos, el 26 de diciembre y el 2 de enero, han contado con gran parte del comercio abierto, lo que ha sido bien valorado por el público en época de compras por excelencia, y lo mismo por los comerciantes que de otro modo hubiesen perdido dos fechas de previsible buena caja, la medida de la Junta de Castilla y León no ha sentado bien a todos los empresarios, pues otros sectores se han sentido damnificados por el prolongado cierre, estimando que esas dos festividades bien podían haberse distribuido a lo largo del año, con mayor oportunidad en todos los sentidos.

También cuenta, además de la excesiva duración pues las navidades se inician, de hecho, a finales de noviembre, lo que deja exhaustos no solo a las personas sino a las tarjetas de crédito, el mal tiempo que ha reinado en Zamora durante la mayor parte de esos días, con la ciudad y la provincia bajo la niebla, sumidas en temperaturas de hielo. El último día de 2016 fue seguramente el más frío o de los más fríos del año que se fue, aunque parece ser que ello pudo contribuir a la ausencia de incidentes durante la celebración. Lo malo es que si la celebración no originó demanda de atenciones en los servicios de urgencias del hospital, sí que las provocaron sin embargo, las temperaturas bajo cero, lo que motivó una saturación de pacientes en el Clínico, donde volvió a demostrarse la falta de personal suficiente. A cambio, las intensas heladas de madrugada envolvieron a Zamora en unas cencelladas espectaculares, de gran belleza plástica, una falsa nevada captada desde muchos ángulos por los aficionados a la fotografía, que ahora, desde que los teléfonos móviles cuentan con cámaras, son legión.

Y tras las navidades, las rebajas, tan tradicionales igualmente, aunque en los últimos años, con razonable criterio, se han ido adelantando también y ya son muchos los establecimientos que inician los descuentos en las mismas fechas navideñas, sin esperar al día 7 de enero, aprovechando la loca euforia consumista de esos días, y que las tarjetas todavía disponen de algo de crédito.