A ver, ¿qué no han entendido los barones y los críticos del PSOE de la negativa de su secretario general? No es no. Se lo ha dicho a Rajoy y se lo ha dicho a España en reiteradas ocasiones. Para Pedro Sánchez, un doloroso callo para el Partido Socialista, lo importante no son España y los españoles, lo importante es colocar la posadera en el sillón presidencial y más concretamente, lo importante es convertirse en inquilino de la Moncloa a toda costa, que por algo es el sueño de su señora esposa. Que no le den más vueltas, el líder socialista lo ha dejado claro: "No me planteo dimitir. Asumo mi responsabilidad política". ¿Qué responsabilidad? Prácticamente las urnas se la han quitado.

En unas declaraciones recientes, creo que fue ayer mismo, Felipe González, ha dicho sentirse "engañado" por Pedro Sánchez. Si solo fuera González. Según Felipe, PS le confesó que pasaría a la oposición sin intentar gobierno alternativo alguno y que se abstendría en la segunda votación. Del dicho al hecho, un trecho parece que insalvable. Todos los que hicieron grande al PSOE se sienten de la misma forma. Sánchez no ha entendido todavía que ser de izquierdas no quiere decir romper España, que ser de izquierdas no quiere decir impedir la formación de un Gobierno en España, que ser de izquierdas no quiere decir pactar con cualquiera. El Psoe siempre ha tenido una clase y un empaque que ha perdido a chorros, a la misma velocidad que ha perdido votos.

Sánchez es un perdedor, pero no quiere reconocerlo, se aferra al cargo de secretario general de su partido y le importa un bledo la deriva del Psoe, el hundimiento de España y el malestar generado en la mayoría de españoles. Él va a lo suyo, jaleado por gente como Iceta al que no le importa que España se vaya a tomar por el saco porque él está a gusto en Cataluña. El mismo Iceta que, frenético, exhortaba en un mitin a PS a resistir, a permanecer en contra del PP a toda costa porque, claro, eso podría hacer realidad el sueño que el catalán Iceta comparte con sus paisanos independentistas.

Lo que no se entiende muy bien es el silencio y la cobardía de muchos de los que no están de acuerdo y que no son, precisamente, Lambán, García Page y Susana Díaz. Donde está la "liberté" de opinión en el Psoe. ¿O es que alguno tiene miedo a perder el favor de Sánchez y sus cuates, Luena y Hernando? ¡Pero si son unos maulas! Los que veían la deriva debieron poner remedio mucho antes, sin llegar al actual momento crítico y no que le dieron cuerda a Sánchez. La misma con la que ahora le quieren ahorcar.

Nunca creí que algún día escucharía a algún que otro histórico del PSOE emplear aquella muletilla que hizo famosa José María Aznar, solo que cambiando el apellido del destinatario: "Váyase, señor Sánchez". Solo que Sánchez no se va ni aunque lo echen. Se ha pegado con loctite el culo al sillón y de ahí no lo mueven. Susana Díaz ha dado un paso al frente y se postula como "disponible". Ya veremos qué ocurre en los próximos días. El Psoe corre el peligro de diluirse, son muchas las señales. Alguien, y no precisamente Sánchez, tiene que coger ese toro por los cuernos. Por el bien del PSOE y de España.