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Zamoreando

Carmen Ferreras

Quieren comer

En Venezuela no deja de crecer la conflictividad social

El hambre es muy puñetera. Da unas puñaladas traperas que dejan huella. Y no hablo del hambre producto de dietas gilipollescas que te despachan con brócoli para comer, brócoli para cenar y brócoli para desayunar. Dietas que generan ansiedad y otros malestares. Hablo del hambre de los países que son presa de conflictos armados. De aquellos que tienen a sus ciudadanos sometidos y engañados, sin proporcionarles ni siquiera la posibilidad de conseguir el pan nuestro de cada día. Las guerras son la principal causa del hambre en el mundo, sostiene un reciente informe. Y también las crisis. La económica, la social y la política.

En Venezuela no deja de crecer la conflictividad social. Mientras Maduro, que ha demostrado fehacientemente su incapacidad para el diálogo y por lo tanto para gobernar un país que se empobrece a pasos agigantados, continúe en el poder, el grito de la mayoría de sus ciudadanos será el mismo con el que cientos de personas clamaban fechas pasadas ante el palacio presidencial de Miraflores: "¡Queremos comida!". Fue una concentración espontánea, nada que hubiera preparado la oposición o los contrarios a Nicolás Maduro. Se trataba de gente que oye rugir sus tripas todos los días, que no tienen que llevarse a la boca, que necesitan medicinas y ni aspirinas hay en la desabastecida Venezuela.

Bueno, tanto como desabastecida, no. El régimen no pasa hambre. Y de momento tampoco los mandos militares, de ahí, que no se haya cortado de cuajo y por la vía de las armas el grave problema por el que atraviesa un país rico venido a menos. Las colas venezolanas se eternizan ante establecimientos vacíos. Esperan ansiosos, en medio de la desesperación colectiva, la llegada de alimentos regulados, a un precio moderado frente a la locura inflacionista, esa es otra, que padece el país. Lo grave del problema es que, mientras la impotencia generalizada crece, los ciudadanos han podido comprobar cómo los alimentos eran desviados por los militares, que tienen órdenes tajantes de entregárselos a los consejos comunales, un invento de la revolución bolivariana que controlan Maduro y su gente. Si eres de ellos y estas con ellos, comes, si no, que te den?

El hambre sigue campando por sus respetos en el país. La ira ciudadana sigue en aumento, mientras las brigadas de choque del chavismo, reprimen a cuantos osan manifestarse clamando por un pedazo de pan, con gases lacrimógenos. Los Tiananmen que se reparten por el mundo están a merced del sátrapa que da la orden que otros ejecutan para mayor desgracia de los pueblos que aspiran a un bocado de libertad, a un sorbo de independencia de sus tiranos. Lo que parece propio de África y Asia, todavía es común en demasiados países de la América hermana. Pese a que Caracas es la ciudad menos desabastecida del país, sufre un 85% de escasez "tan solo", vive en medio de una tensión social cada vez más alta. Y cuando no es el pan son los cortes en el suministro de agua y de luz. Y mientras los ciudadanos claman por pan y por agua, el chavismo se emplea a fondo para sofocar la ira ciudadana. Hay quienes piensan que eso es bueno para España. Anden ellos comidos y calientes y proteste la gente.

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