Después de la muerte y resurrección de Jesús no pasó nada. Nada cambió en las circunstancias del momento. El presunto libertador de Israel había fracasado totalmente.

Para muchas personas, que incluso alardean de llamarse cristianos, la realidad de hoy sigue siendo la misma también. La vuelta a las faenas ordinarias y las mismas historias de los medios de comunicación social en torno a la situación política, social y económica en la que vivimos. Más de lo mismo. ¿Están de acuerdo?

Sin embargo, a un pequeño grupo sí que les cambió la vida. Todos, representados por las lecturas de este domingo, necesitaban razones y experiencias para creer. Jesús es exigente con Tomás. Ningún discípulo vio al Resucitado con los mismos ojos con los que se veían unos a otros o podían ver el mundo que les rodeaba. Algo poderosísimo tuvo que ocurrirles para descubrir que su vida había cambiado totalmente. Al Resucitado sólo se le puede "ver" mediante los ojos de la fe.

Quizá decir esto a algunos de ustedes no les diga tampoco nada. Pero si fuésemos capaces de ir un poco más allá, descubriríamos que cada uno de nosotros tiene un camino largo que recorrer en la vida para buscar y encontrar aquello que es esencial o importante. Aquellos primeros testigos de la Pascua tuvieron una experiencia particular que posibilitó la cadena de transmisión posterior.

Las dificultades a causa de la fe de ayer y de hoy, salvando las distancias, son muchas. Por eso la alegría de la Pascua que experimentaron en el encuentro con el Resucitado les transformó de tal manera que dotaron de sentido a tanto dolor, desesperanza, miedo y ofuscación.

Los llamados "apocalipsis" de desastre de nuestro mundo no tienen nada que ver con el "apocalipsis bíblico". Este último hace referencia a la revelación de la fe o, dicho de otro modo, se trata de quitar el velo y de hacer visible lo que aparentemente no lo es. Las imágenes del texto (éxtasis, visiones, audiciones) parecen ocultar la realidad en lugar de dejarla más clara; lejos de esto, es un lenguaje muy utilizado en aquel tiempo que contiene unas claves para revelar el sentido de una vida plena que se ha inaugurado con la Resurrección del Señor y que de este modo nos permiten comprender nuestra propia historia desde el principio hasta el fin. La fe en el Dios vivo, la fe en Cristo Resucitado nos hace descubrir que la vida se puede mirar con otros ojos. Esta es tu tarea y la tarea de toda la Iglesia para que en este tiempo de Pascua vivas a la luz del Resucitado.