Se ha desatado una especie de fiebre asesina entre maridos, parejas y exparejas de mujeres que hoy forman parte del dato estadístico. La violencia machista está en su cota más alta. Puto machismo que mata a una mujer cada semana en España. Es como si se volviera a la España de "El Caso". Estamos todo el santo día en el caso semanal que habilitan los medios de comunicación para denunciar que la violencia machista sufre una especie de exacerbación asesina que está dando al traste con cualquier previsión, si es que eso se puede prever.

El pasado lunes comenzaba la semana 46 del año, así lo refleja el almanaque que tengo sobre mi mesa de trabajo. Ese mismo día, un hombre asesinaba a golpes a su pareja en Oviedo, ajustando de forma tan macabra el número de las semanas del año con el de las víctimas mortales del machismo que se eleven ya a 46. Una macabra coincidencia. Algo no se está haciendo bien. Algo no funciona para que siempre haya un belicoso de estos dispuesto a ejecutar su pensamiento, su deseo, su vileza, porque estos asesinos no son gente enferma como pretenden argumentar algunos. Son lo que son: asesinos. Gente que no puede vivir en comunidad con los demás ciudadanos y mucho menos en pareja.

La ley contra la violencia de género no debe ser lo suficientemente contundente porque de otra forma no se explica que, en lugar de decrecer, el número de víctimas aumente un año y otro. Pocos hablan de las víctimas "colaterales" si se me permite la expresión, que también son víctimas de la violencia machista, de la violencia más repugnante junto con la que se ejerce contra los niños. No eran parejas del asesino ni la joven conquense Laura que tuvo la mala suerte de acompañar a su amiga Marina en una cita mortal con el exnovio de esta o Macarena, la madre de Carmen, ambas tiroteadas el pasado domingo por el exmarido de la hija. También hay que contabilizarlas en ese doloroso cómputo.

Una asesinada por semana es más de lo que podíamos pensar cuando comenzaba el año. Y aún no ha concluido. No me extraña que el ministro de Sanidad haya calificado como "terrorismo" la violencia machista. Es que es una forma de terrorismo. A la muerte de la víctima hay que añadir el calvario anterior que la mayoría ha sufrido permaneciendo al lado de hombres que de tales tienen muy poco. Pero esto a ellos les trae al pairo. Quieren acabar con su pareja y más tarde o más temprano lo consiguen. De ahí la importancia de la prevención. Tiene que haber una fórmula que impida a estas malas bestias salirse con la suya, tiene que existir algún mecanismo.

Algunos de estos asesinos parecen no haber roto un plato en su vida y sin embargo se han cargado la vajilla. Pero, ¿cómo se puede llegar a saber, para intervenir, que tienen una idea asesina rondándoles la cabeza? Y, nada le digo cuando hay niños de por medio. Cuántos de ellos acaban convertidos en objetivo del sádico. No vamos a poner ejemplos que nos siguen pareciendo atroces a todos, por su vesania, por su crueldad y salvajismo. Es terrible comprobar que en 46 semanas han asesinado a 46 mujeres. Y el año no ha terminado todavía.