Durante estos días Zamora despierta de su letargo habitual con motivo de las Fiestas de San Pedro, uno de cuyos elementos singulares es, en su doble vertiente, la Feria de la Cerámica y de la Alfarería Popular. Se trata, sin lugar a dudas, de una cita plenamente consolidada en el calendario artístico y artesanal español, a la que concurren numerosos artífices que ponen a la venta piezas de gran calidad.

Sin embargo, desde mi punto de vista, no se ha sabido aprovechar todo su potencial cultural. Es este evento una oportunidad de oro para ir formando una colección municipal de cerámica contemporánea, con destino a su exposición permanente. Pese a su interés, la cerámica ha sido considerada durante mucho tiempo la menor de las mal llamadas "artes menores", cuando no meramente artesanía. No es de extrañar, por ello, que se encuentre mal representada en las colecciones de los museos de arte contemporáneo. Incluso en los grandes museos que poseen colecciones importantes de cerámica, como el de Artes Decorativas (Madrid) o el González Martí (Valencia), no es frecuente contemplar obras actuales. Se da la circunstancia, por otro lado, de que nuestra ciudad acoge un excelente conjunto de alfarería popular, que fue compilado por la antigua Caja de Ahorros y hoy se conserva en el Museo Etnográfico de Castilla y León, acervo del cual esta exposición permanente sería complemento.

La progresiva incorporación de las piezas a la colección podría ser resultado del proceso de selección de los aspirantes que pretendan acudir a la feria, de la donación altruista de los propios creadores, de la convocatoria de un concurso entre los participantes o, finalmente, por compra directa, ya que su paulatina adquisición, habida cuenta de los precios, no ocasionaría un grave quebranto a las exiguas arcas municipales.

Tampoco habilitar un lugar de exposición apropiado ha de generar necesariamente un desmesurado dispendio. Un templo románico sin uso, como la ermita de los Remedios, recientemente restaurada; el ayuntamiento viejo, de inmejorable situación, que pronto, según parece, quedará desocupado, o el palacio provincial, que actualmente aloja una exhibición de fondos artísticos, son, cualquiera de ellos, excelente marco para una muestra de tales características.

En otro orden de cosas, la función divulgativa de este tipo de exposiciones permanentes suele completarse con recursos didácticos como audiovisuales, conferencias y talleres con artistas invitados que enseñan in situ su proceso creativo.

Como justo homenaje a quien ha sido impulsor de la feria, cabe sugerir para titular esta muestra estable el nombre de don Herminio Ramos, autor además de interesantes obras sobre la alfarería tradicional en la provincia: "La cerámica popular de Zamora: cerámicas vivas" (1976), "Cerámica popular de Zamora" (1980) y "Zamora artesana" (1982).

Zamora ganaría así un escaparate permanente de sus fiestas mayores y un original centro difusor de la creatividad artística, que bien pudiera colmar aquel anhelo que siempre tuvo nuestra ciudad, siempre frustrado, de contar con un centro de arte contemporáneo. Al tiempo, los artistas obtendrían un merecido reconocimiento y la feria otra dimensión no solo comercial, sino también cultural.

(*) Archivero e historiador