Reencuentro de la Familia Real al completo en el funeral en memoria de Fernando Gómez-Acebo celebrado este lunes 8 de abril en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas de Madrid. Tras su ausencia en la boda de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo y Moreno hace dos días, los Reyes Felipe y Letizia han coincidido con el resto de los Borbón -el Rey Juan Carlos, la Reina Sofía, las infantas Elena y Cristina, y Froilán y Victoria Federica- en el último adiós al primo del monarca, que falleció a los 49 años a causa de una insuficiencia respiratoria el pasado 1 de marzo.

Desmintiendo las especulaciones acerca de su distanciamiento con los Gómez-Acebo, Doña Letizia se ha mostrado muy cariñosa con los hijos de la infanta Pilar a las puertas de la iglesia, especialmente con Simoneta Gómez-Acebo, con la que ha intercambiado confidencias y sonrisas mientras permanecían abrazadas ante la mirada de Don Felipe y de sus primos Bruno, Juan y Beltrán, a los que su Majestad está muy unido.

Una ocasión en la que la Reina ha destacado por su elegancia con un vestido negro de tweed con falda de vuelo y detalles desflecados en cintura y mangas, que ha combinado con zapatos destalonados de tacón sensato al tono y un bolso de aire retro. Sin embargo, lo más comentado y significativo de su look ha sido el broche con el que Doña Letizia ha querido rendir homenaje a la familia de su marido; una pieza compuesta por una perla de tamaño considerable rodeada de diamantes, del que cuelga un diamante y otro nácar en forma de lágrima con casquete de rosas.

Una joya que Alfonso XIII regaló a María de las Mercedes -madre del Rey Juan Carlos- por su boda con don Juan, Conde de Barcelona, y que es una de las más especiales del joyero 'real'. Después de vérselo en numerosas ocasiones a la Reina Sofía pasó a su nuera, que lo lució por primera vez en el Día de la Hispanidad en el año 2017 y está reservado para ocasiones especiales. Como esta.

Muy comentado

Al margen del look escogido por la Reina Letizia, ha sido muy comentado el caballeroso gesto que Felipe VI ha tenido con su esposa al abandonar la Iglesia Castrense una vez finalizado el funeral, cuando caía una persistente lluvia en la capital. Después de despedirse de su familia a las puertas del templo, los Reyes se han dirigido hacia su coche y el monarca, de lo más galante, ha acompañado a su mujer y ha esperado a las puertas del vehículo sujetándole el paraguas para que no se mojase mientras ella accedía al interior. Un detalle de lo más aplaudido que pone de manifiesto la complicidad de nuestros monarcas.