Las mascaradas anuncian el solsticio de invierno

Religiosidad y tradiciones paganas se entremezclan en los ancestrales ritos que conservan desde hace milenios varios pueblos de Zamora, marcando la victoria de la luz sobre la oscuridad: los días empiezan a ser más largos.

Muchas mascaradas de invierno se celebran en torno a estas fechas navideñas, bien se en el día de San Esteban (26 de diciembre), Año Nuevo (1 de enero) o en torno al Día de Reyes (6 de enero o la víspera, 5 de enero).

El 26 de diciembre sale por las calles de Sanzoles el Zangarrón, fiesta declarada de Interés Turístico Regional; en Pozuelo de Tábara cobran vida el Tafarrón y la Madama, una mascarada con una “liturgia” única y muy intrincada; Villarino tras la Sierra, a pesar de su pequeño tamaño, también mantiene viva en el día de San Esteban la mascarada de El Caballico y el Pajarico; en la comarca de La Carballeda la localidad de Ferreras de Arriba celebra ese día La Filandorra, y en las montañas de Sanabria Vigo de Sanabria saca a las Visparras. Este año se suma además Sesnández de Tábara, que recuperará la tradición de Los Carucheros.

En Año Nuevo toca una de las mascaradas más famosas de la provincia, los Carochos de Riofrío. Sus pueblos vecinos, Sarracín de Aliste y Abejera de Tábara, celebran ese día los Diablos y los Cencerrones, respectivamente. En Montamarta, el Zangarrón sale tanto el 1 como el 6 de enero, con un quinto diferente en este papel cada uno de los días.

El 5 de enero San Martín de Castañeda, en Sanabria, saca a las calles La Talanqueira.

Otra tradición única de un pueblo zamorano en las fechas navideñas es el Baile del Niño, una danza tradicional en la que se saca en procesión una imagen del Niño Jesús y los hombres y mujeres del pueblo, ataviados con trajes regionales, muestran su devoción bailando de cara al niño, es decir, desplazándose hacia sus espaldas a la vez que bailan. Se celebra en la mañana del 27 de diciembre, dos días después de Navidad.