“No creo que vaya a votar. Eso ahora es para los jóvenes, porque yo no sé quiénes son los buenos”. Isaac Arroyo habla con calma, muestra un tono afable y se explica con claridad. Su testimonio deja poco lugar a la imaginación: este jubilado de Tudera se abstendrá en las elecciones de Castilla y León del próximo 13 de febrero.

El escenario político no le anima demasiado y la ausencia de colegio electoral en su localidad no ayuda. Si este zamorano quisiera participar en los comicios tendría que desplazarse hacia Fariza en coche o en el autobús habilitado por la Junta para la causa. No lo hará.

La entidad local menor sayaguesa en la que vive Isaac habilita un centro social para votar en las elecciones municipales y, por ende, hasta este adelanto, también en las autonómicas. La separación de ambos procesos obligará a los habitantes del lugar a recorrer algo más de seis kilómetros hasta Fariza, la cabecera municipal, para introducir la papeleta en la urna. El cambio afectará a los vecinos de otra docena de núcleos de este tipo en la provincia de Zamora.

Estas entidades locales menores se sumarán a las más de 200 pedanías que carecen de colegio electoral y cuyos habitantes han de moverse, en cada proceso, para poder votar. El miedo a la sexta ola del COVID, el posible desinterés hacia los comicios autonómicos y la ausencia de determinada población flotante durante el invierno se unen para amenazar con una abstención más elevada de la cuenta; sobre todo, en las zonas rurales.

La Zamora más alejada de las urnas Manuel Herrera

Isaac Arroyo explica que sus preocupaciones se centran más en “ir al huerto o a las gallinas” que en pensar quién puede presidir o no la Junta de Castilla y León. Su impresión es que, en el entorno, la gente opina parecido. En pueblos como Tudera, donde los vecinos que conviven durante todo el año se pueden enumerar con nombres y apellidos en apenas un minuto, no hay carteles electorales, la campaña queda lejos y el mensaje para el futuro ganador queda claro: “Que no nos quite lo que tenemos”.

“De cuarenta que seremos por aquí, calculo que vayan a votar cuatro”

A apenas unos kilómetros de allí, en Villamor de la Ladre, cuesta encontrar a un alma por las calles. El sol luce y calma el frío, pero en media hora solo se hace oír Lorenzo Carrascal, que frena la poda en casa del vecino para ofrecer su punto de vista. Este sayagués residía habitualmente en Zamora capital hasta que la pandemia le arrastró al pueblo. Aquí sigue, de momento, en una pedanía perteneciente a Bermillo cuyos habitantes tampoco vibran con las elecciones.

Lorenzo Carrascal, de Villamor de la Ladre Jose Luis Fernández

“De cuarenta que seremos por aquí, calculo que vayan a votar cuatro”, augura Lorenzo, que dice no exagerar con el dato. Este vecino señala que la mayor parte de la gente del pueblo es muy mayor y remarca que la coyuntura resulta desalentadora: el frío, el COVID y las galaxias que separan a Sayago de las Cortes dificultan la movilización. Los propios alcaldes de la zona deben insistir ahora para promover la participación sin el estímulo que tienen cuando las papeletas deciden también su futuro al frente de los ayuntamientos y el cóctel resulta peligroso para la fiesta de la democracia.

“Al PP no lo voy a votar, a Pedro Sánchez tampoco, y con el resto comparto algunas cosas pero no todas”

El vecino de Villamor de la Ladre también subraya la escasa identificación de la gente con las opciones políticas existentes: “Al PP no lo voy a votar, a Pedro Sánchez tampoco, y con el resto comparto algunas cosas pero no todas”, señala Lorenzo, que percibe la misma sensación entre los paisanos con los que comparte el paseo diario o la partida que juegan cuando se ponen de acuerdo para abrir el centro social. El bar como tal se esfumó hace mucho.

Los habitantes de Villamor de la Ladre votan en Bermillo, un municipio donde se abrirán tres colegios el próximo 13 de febrero: uno en la cabecera, otro en Torrefrades y uno más en Gáname. Entre esas mesas votarán los habitantes de ocho núcleos. Y pueden darse por contentos. Solo 29 ayuntamientos tienen más de una mesa, y entre ellos hay varios que carecen de pedanías, como Zamora o Benavente.

Hay casos como el de Rosinos de la Requejada, con diez núcleos y un solo colegio electoral

Por el contrario, hay casos como el de Rosinos de la Requejada, con diez núcleos y un solo colegio electoral, como Pedralba de la Pradería, que tiene cinco pueblos, pero pequeños y envejecidos. En ambos lugares, la abstención en las últimas generales fue superior a la media, por encima del 40%. Las previsiones ahora son peores.

ZAMORA. PUEBLOS SIN COLEGIO ELECTORAL JOSE LUIS FERNANDEZ

“La gente por aquí se queja mucho, pero en el bar. Yo, a veces, se lo digo, que dejen de protestar en la mesa y se vayan al Ayuntamiento o donde sea”. El que habla es Juan Carlos Ballesteros, uno de los hosteleros que se gana la vida en un negocio de Fadón situado al pie de la carretera hacia Bermillo. Este joven también se suma a las voces que pronostican una elevada abstención, especialmente en Sayago: “Veo que la gente de Aliste y esas zonas es más reivindicativa que nosotros”, lamenta.

Los alcaldes perciben el mismo hastío

Las sensaciones de la gente resultan similares a las que perciben los alcaldes de las zonas rurales. Ellos están obligados a movilizar a su gente, habida cuenta de que casi todos pertenecen a los grandes partidos, pero la realidad les empuja a reconocer que va a ser más difícil que nunca convencerles de que participen, sobre todo si viven en localidades que carecen de mesa electoral: “Nosotros lo intentamos pero, en otras autonómicas, los ciudadanos venían a votar más por las municipales”, comenta el regidor de Fonfría, Sergio López. En este municipio habrá dos colegios para que puedan participar los habitantes de ocho núcleos.

López apunta que el recurso de los autobuses de la Junta estará ahí, pero otra cosa es el éxito que pueda tener. La Delegación Territorial está elaborando las rutas para los desplazamientos hacia los centros de votación y se prevé que las haga públicas próximamente. A partir de ahí, los ciudadanos tendrán que poner de su parte para subirse y vencer la pereza, el desánimo y el temor a la pandemia.

El de Fonfría no es el único alcalde que opina que habrá menos vecinos que en otras ocasiones dispuestos a seguir ese proceso. Los responsables municipales de Fariza, Villanázar o Micereces de Tera, todos con varios núcleos, entienden que habrá dificultades. El último de los citados, Carlos Martín, apunta incluso a la posibilidad de que se abstengan los que viven en la cabecera y solo tienen un paseo hacia las urnas.

Desde los partidos, la idea sigue siendo vencer las dificultades con persuasión y con una campaña fuerte

Desde los partidos, la idea sigue siendo vencer las dificultades con persuasión y con una campaña fuerte, aunque los responsables electorales del Partido Popular y del PSOE se muestran conscientes del escenario en el que se manejan: “Nuestros alcaldes están implicados, se ha hecho voto por correo y estamos buscando la movilización”, afirma Jesús María Prada, del PP, que pocos días después de la convocatoria electoral ya aludió a la necesidad de implicar a la militancia local para evitar el castigo de una abstención desbocada.

El representante popular comprende las dificultades de los pueblos donde no hay mesas y lamenta el sentimiento de quienes tienen desapego, pero confía en la capacidad de movilización de los suyos. A eso apela, de igual modo, el secretario de Organización del PSOE, Iñaki Gómez, que incide en la insistencia para impulsar el voto por correo como antídoto contra “la fecha, el frío y la incertidumbre” de los comicios.

Gómez asume, en todo caso, que “es difícil movilizar al electorado de las pedanías”, a pesar de que los diputados provinciales de cada zona y los militantes de base de las comarcas están haciendo un esfuerzo por llamar al voto. Eso ocurre en el PSOE y en el PP, pero el resto de las formaciones, con una implantación y una capacidad para llegar a todos los rincones de la provincia muy inferiores, debe fiar su suerte al autoconvencimiento de sus simpatizantes.

La participación en las últimas autonómicas superó el 72%

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En Zamora, la participación en las últimas autonómicas superó el 72%; en las generales de noviembre de 2019, sin el empuje municipal, ese porcentaje bajó doce puntos. Está por ver lo que sucede ahora y si los actos, los mensajes, la publicidad y los debates cumplen su función entre el electorado.

En Tudera, Isaac Arroyo se mantiene, minutos después, en el asiento situado al pie de su puerta. Desde allí, el sayagués observa los jugueteos de un perro junto al local que, esta vez, no servirá como centro de votación en las autonómicas. El hombre habla de lo que fueron las ferias de la zona y aparca la política. Aquí no hay más que decir.