El Guaje es así. Después de derrochar oportunidades en partidos intrascendentes, el mejor Villa apareció en el momento más adecuado, para dar más lustre a su liderazgo como goleador de la selección. El «7» dejó atrás a Raúl a lo grande. El gol número 45 llegó tras un ejercicio de paciencia e intuición. Y el 46, al transformar con su conocida seguridad un penalti. De esta forma, España remontó un partido que se había puesto difícil por la fortuna de la República Checa, que se adelantó en su único remate. «La Roja» necesitó un puñado. Hasta que apareció Villa, protagonista absoluto el día que Xavi jugó su partido número cien.

Tras ensayar toda la semana con Fernando Torres y Villa, Del Bosque prefirió abrir el campo con Jesús Navas por la derecha, ante la previsible cerrazón checa. Acertó el seleccionador en las previsiones, ya que el rival se recogió cerca del área de Cech, pero sus hombres no encontraron el antídoto para derribar la muralla. Tras un inicio prometedor, con un tiro de Iniesta rechazado por el portero y un cabezazo de Capdevilla desviado, la selección española recayó en ese fútbol lento y previsible, que confunde control con reiteración.

Hasta el minuto 25, Cech no volvió a ser requerido, en esta ocasión para responder a una vistosa volea de Villa que salió demasiado centrada, fácil para el portero del Chelsea. Poco después, un disparo desde el borde del área de Plasil, muy pegado al poste izquierdo de Casillas, bastó para confirmar lo raro que es el fútbol, un deporte que a veces premia al que menos méritos hace para ganar. Y así se fueron los checos al descanso, tan contentos, tras resistir en los últimos minutos la última carga española, saldada con un buen cabezazo de Villa y otro desvío de Cech.

Ya que se basa en el estilo Barça, Del Bosque dio otra vuelta de tuerca en el descanso. Prescindió de Xabi Alonso, amonestado, para dibujar el centro del campo más utilizado por Guardiola: Xavi-Busquets-Iniesta. Y antes del cuarto de hora quemó las naves con la entrada de Cazorla por Capdevila, para dejar una defensa de tres centrales. La realidad es que había poco que defender. A los checos se les amontonó el trabajo y, por momentos, no eran capaces de salir de su área. Hubo ocasiones de Sergio Ramos, Iniesta y Fernando Torres, pero los minutos caían a plomo.

Hasta que el Guaje tuvo uno de esos arranques que le encumbran como un delantero especial. Recibió en la frontal del área y, tras un par de amagos que despejaron el paisaje, conectó un zurdazo que, por fin, venció a Cech. El número 45 fue un gol tan bueno como importante. Y despejó el camino para que Iniesta provocase un penalti que, para redondear la noche, fue transformado por Villa con su conocida maestría.