La D.O. Arribes se expande con exportaciones a China, Estados Unidos o Japón

Un territorio con unas características únicas que logran que los jóvenes se decantan por el campo como medio de vida y pongan en marcha nuevas bodegas

Una persona cortando un racimo de uvas. |Cedida

Una persona cortando un racimo de uvas. |Cedida

S.P.

La D.O.P. Arribes cuenta con varias peculiaridades. Entre ellas, su origen. Existen dos hipótesis, indicando la primera que la entrada del viñedo en el Duero se debe a la colonización romana, y otra que sostiene que se remonta mucho tiempo atrás, con las rutas comerciales de los fenicios y el puerto natural que se forma en la desembocadura del río, en la actual ciudad de Oporto.

En lo referente a sus vinos, la cuestión está más clara, Carlos Capilla, Director Técnico del Consejo Regulador de la D.O.P Arribes, explica que "se diferencian por un perfil aromático con una acidez natural que les aporta frescura y, en el caso de los tintos, por una alta concentración de polifenoles y aromas a fruta compotada y madura". En la actualizad, el Consejo Regulador está formado por 23 bodegas, agrupando a 190 viticultores.

La variedad de uva mayoritaria es la Juan García, que "confiere a los caldos una singularidad y tipicidad únicas, con un carácter especial que remarca su acompasada estructura y suavidad".

La Rufete, por su parte, "aporta aromas delicados, elegancia y complejidad". Además, está el Tempranillo, de excelente calidad y muy valorada en la comarca; así como la Garnacha y la Mencía, variedades a considerar por su adaptabilidad al terreno y a las particularidades que aporta a los vinos elaborados con ellas. La Bruñal, "la cual se puede considerar, con bastante seguridad, que se trata verdaderamente de una variedad autóctona, aporta siempre mucho color y grado, es muy valorada por los viticultores de la zona".

Además de éstas, existen otras variedades tintas, consideradas autóctonas, muchas de las cuales se han incorporado recientemente al Pliego de Condiciones como Bastardillo Chico, Tinta Jeromo y Gajo Arroba.

Estas frutas dan como resultado unos vinos blancos elaborados, mayoritariamente, con Malvasía Castellana o Doña Blanca. Se trata de vinos brillantes, de color paja con matices verdosos, en general pálidos.

Los vinos rosados son limpios, de intensidad media, color grosella con matices fresa. En nariz tienen intensidad alta, con aromas a fruta roja (fresa, frambuesa) cítricos (pomelo, naranja) florales y algo vegetal. Se aprecian notas lácteas y un recuerdo mineral.

Los vinos tintos son limpios, de intensidad media, agradables y con carácter. Aromas a frutas rojas y negras, recuerdos a pimiento. Especias como vainilla y regaliz, y en alguno se aprecia un toque de madera. Recuerdos balsámicos (incienso, eucalipto), ahumados. Algo de frutos secos y mineral.

Unas elaboraciones que cada día están presentes en más mercados nacionales y en otros internacionales como China, Japón, Estados Unidos o Colombia, contando con jóvenes que apuestan por el campo y tienen por delante un futuro muy prometedor.