La identidad de la miel ha sido suplantada. “Crees que es miel, pero no lo es”, denuncia Enrique Cortés, apicultor y técnico apícola zamorano sobre la falta de información en el etiquetado que facilita que el producto chino, de calidad infinitamente menor, se haga pasar por producción nacional.

La entrada de miel China en España afecta de lleno a los pequeños productores zamoranos, incapaces de competir contra los bajos precios de este producto del otro lado del mundo. En realidad, no se le debería llamar miel, asegura Cortés, “sino jarabes edulcorados”, y es que ha calculado que “el 30% de los productos de los supermercados no lo es”. Es decir, no cumple con la definición legal española de miel, que marca que debe tener una humedad del 20%.

Las mieles chinas están sometidas a lo que Cortés denomina como “ingeniería alimentaria” para abaratar y maximizar la producción. El proceso consiste en calentar la miel para romper los cristales y obtener una miel fluida “perfecta para mezclar con jarabes”. Luego, una ultrafiltración consigue eliminar los pólenes “cuando se mezcla con la miel de España, si haces un análisis polímico, los pólenes que te dan son nacionales”, además, también se eliminan restos de antibióticos, totalmente prohibidos en Europa. Esta miel se mezcla con siropes de arroz en grandes cantidades. Luego entra a países del extrarradio europeo a un precio que no supera los 2 euros, que España compra bajo origen comunitario. Esta larga cadena acaba repercutiendo a los apicultores locales, incapaces de producir a tan bajo coste y sometidos a controles mucho más exigentes que los chinos.

Los apicultores no tienen nada en contra de que entre la miel China, solo piden que el consumidor tenga toda la información disponible para elegir si compra siropes con miel o miel pura.

No es fácil ser apicultor, los profesionales zamoranos se encuentran con varias barreras a la hora de comercializar la miel. Cortés los resume en dos “uno por arriba y otro por abajo”. El problema “por abajo” es la competencia desleal de los apicultores no profesionales que venden miel sin etiquetar. El de por arriba está íntimamente ligado con la venta de mezclas de jarabes etiquetados como mieles, una actividad “que no es ilegal porque la normativa actual lo permite”. El problema reside en que los huecos actuales de la legislación hacen posible “etiquetar un producto que se llama miel pero no lo es”. Los lineales de los supermercados están mayormente compuestos por mieles a partir de los 3 o 4 euros el kilo, algo “imposible” según el apicultor alistano Christian Mannu Rodríguez, que aclara que el precio final de venta que ofrecen algunas marcas equivalen a sus gastos mínimos de producción. La miel “real” puede adquirirse a partir de los 8 euros, explica sobre unas matemáticas tan sencillas como imposibles de disfrazar. Y contra las que es imposible competir. Además de la venta de sus propios tarros en tiendas, los apicultores de Zamora encuentran otra gran salida para su producto: la venta de miel en bidón a grandes envasadoras. Es un producto preciado, pues mieles de primera calidad como las de Zamora, oscuras, consiguen mejorar la calidad de mezclas con mieles de menor calidad, como la de girasol. En este caso, el kilo dedicado a barril desciende hasta los 5 euros aproximadamente. El resultado, aunque de menor calidad “por lo menos sigue siendo miel”, resuelve Rodríguez. Los apicultores no tienen nada en contra de que entre la miel China, solo piden que el consumidor tenga toda la información disponible para elegir si compra siropes con miel o miel pura.

Miel suplantada

Un informe recién lanzado por COAG y OCU denuncia esta situación de amparo legal al “engaño masivo al consumidor en el origen de la miel”, han denunciado, y en el documento culpan a las instituciones comunitarias y estatales de facilitar “el enmascaramiento legal del origen real de la miel”. La investigación desvela que el “origen China” del etiquetado de la miel “ha desaparecido de los productos de los principales operadores del sector y cadenas de distribución a pesar de que el 30% de las importaciones que entran cada año en España vienen directamente del país asiático”.

Una posible solución

“La marca de calidad de la Diputación para el apicultor zamorano va a ser muy positivo”, opina Cortés, un “refugio” para que el consumidor esté seguro de la procedencia y calidad del producto.

Además de la información del etiquetado, deficiente a los ojos de los profesionales a pesar de la nueva normativa vigente, las técnicas analíticas son otro de los grandes puntos a mejorar que pueden ayudar a desenmascarar las falsas mieles. Los métodos analíticos autorizados para determinar qué es miel “son de los años setenta”, denuncia Cortés, un boquete en el control de calidad que permite que comercializar jarabes por miel sea una practica legal. Incorporar métodos como la resonancia nuclear magnética, ya vigente en Alemania, “supondría una ventaja muy grande”, opina el apicultor, que espera que las falsificaciones desaparezcan algún día.