Julia Hernández Prieto es una de las miles de víctimas de la poliomielitis en España. Como a tantos niños de mediados del siglo XX, el virus –hoy erradicado en Europa gracias a las vacunas– le dejó secuelas en las piernas que le impiden caminar con normalidad, unas secuelas que se han ido agravando con la edad.

La casa de Roales del Pan en la que vive con su hermano y su cuñada fue construida al pie de la carretera N-630. Hasta que se inauguró la autovía a Benavente la travesía soportaba diariamente bastante tráfico pesado que obligaba a llevar a cabo reparaciones del firme casi todos los años. Capa de aglomerado sobre capa de aglomerado terminaron por elevar la plataforma de la carretera más de un metro, un desnivel de cinco escalones desde su puerta hasta cualquier otra calle del municipio insalvable para Julia en su actual estado de salud.

La alternativa, justo a su derecha al salir por la puerta de casa, es una pequeña rampa con bastante desnivel que Julia ya no puede subir con las muletas. El suelo es bastante irregular y “hasta hace un par de años, mal que bien me apañaba, pero ya no puedo subir sin tropezar y caerme antes de llegar al coche”, un vehículo adaptado para conducir sin pedales que siempre tiene aparcado junto a su casa, al final de la citada cuestecilla, comenta la afectada.

La silla de ruedas eléctrica que Julia utiliza en sus escasas salidas a la calle tampoco puede subir por ahí. El suelo presenta una ondulación y altibajos que dejan en el aire una o dos ruedas de la silla, que pierde la estabilidad y acaba cayendo hacia el muro que sostiene la acera de la travesía, un auténtico peligro para esta persona.

Irregularidades en el suelo junto a la casa de Julia que le impiden salir de casa. Ana Burrieza

Si mira hacia su izquierda, a 20 metros se encuentra con otros tres escalones irregulares, imposible también pasar por allí en silla de ruedas.

Al final, Julia se ve impedida para salir a la calle si no es con ayuda externa, de su cuñada o de alguna de sus sobrinas si pasan de visita. “Si mi cuñada no está aquí, no puedo salir ni para ir al consultorio médico, que está ahí al lado”, explica esta vecina de Roales.

En realidad, todo este problema se solucionaría con un saco de cemento y un par de horas de trabajo de un peón de albañilería para adecuar la rampa que hay junto a la casa, nivelando el firme y aliviando la pendiente. Algo tan sencillo que cambiaría la vida de esta familia de Roales, parece imposible para el equipo de gobierno municipal que preside David García Montes.

Julia Hernández Prieto lleva dos años pidiendo al Ayuntamiento de Roales del Pan la adecuación de la rampa que hay junto a su casa. Hasta ahora ni han acometido esta sencilla obra, ni han dado permiso a la familia para hacerla por su cuenta. “Yo estaría dispuesta a pagarlo, pero la calle no es mía, es del Ayuntamiento, y ningún albañil se atreve a tocarla sin autorización”, asevera la roalina.

La primera vez que comentaron el problema a un concejal del equipo de gobierno, José Lorenzo, “mostró buena disposición y dijo que nos arreglarían la rampa con el personal del paro que el Ayuntamiento contrata todos los años”. Los meses fueron pasando y Julia también explicó su problema al propio alcalde, David García, el 5 de junio de 2020.

El tiempo siguió pasando para Julia sin noticias de la pequeña obra, y a finales del verano volvió a solicitar la rampa, esta vez por escrito ante el Ayuntamiento de Roales. El consistorio contestó también por escrito que la Junta de Gobierno Local del 17 de septiembre de 2020 había resuelto atender su petición y solicitar los informes pertinentes al técnico municipal.

Pero 14 meses después no se ha dado cuenta de ningún informe ni a la propia interesada ni a la Corporación Municipal en los plenos. En septiembre, cuando ya se había cumplido un año desde la contestación del Ayuntamiento, Julia presentó otro escrito solicitando que se lleve a efecto el acuerdo de Junta de Gobierno Local. Esperaba tener noticias en el último pleno, celebrado la semana pasada, pero ni el alcalde puso el tema en el orden del día ni quiso contestar a las preguntas formuladas por un concejal de la oposición sobre este asunto.

Por acción o por omisión del Ayuntamiento de Roales del Pan, Julia sigue sin poder salir de casa sin ayuda, cada vez con más dificultades para llegar hasta su coche. “Si tanto le cuesta al pueblo una rampa tan pequeña, que al menos nos dejen hacerla a nosotros, pero ni se dignan a contestarnos”, lamenta la afectada.

En su casa hay otra persona en silla de ruedas, su propio hermano, que por ahora se las apaña gracias a la fuerza de sus brazos, pero no será así para siempre. Una simple rampa mejoraría la calidad de vida de esta familia, algo aparentemente imposible de hacer en Roales.