“Por fin podemos dormir”, reconocía una vecina de Vime de Sanabria cercana a la casa de turismo rural del pueblo, cuyos clientes se marcharon anticipadamente a Málaga ante el panorama. Por delante del ventanal pasaban todos los coches que iban a la fiesta, y algunos incluso estacionaron. Los contenedores de basura de la calle principal estaban hasta arriba, por suerte el servicio de recogida de basura los vaciaba con diligencia a lo largo de la mañana de ayer.

La Guardia Civil no pasó ni una, se preocupó de que las personas que salían de la fiesta tiraran todas y cada una de las bolsas de basura en los contenedores. “Olía fatal. Llevaban la comida en los coches y con el calor aquello se pudría”, explicaba una de las vecinas, “aliviada” tras tres noches sin conciliar el sueño.

El miedo a “coger cualquier cosa” quedó patente en la limpieza a cargo de algunos vecinos colindantes a la calle del Reguero, donde se quedaron a beber algunos de los que no subieron hasta el monte, disuadidos por la amplia presencia policial. Vómitos, meadas y escupitajos y basura sucumbieron al agua con lejía.

Todo el vecindario se preguntaba dónde estaba “D.”, el joven veinteañero que desencadenó todo el problema. La sospecha es que estaba en la casa familiar, aunque en ningún momento atendió llamada alguna en la puerta del domicilio. Este medio intentó ponerse en contacto en la casa de Vime, sin resultado.

La última vez que se le vio fue el viernes, sobre las dos de la mañana, cuando la Guardia Civil confrontaba su testimonio sobre la propiedad de la finca, con la mujer que reclamaba la desocupación de su finca. La afectada hacía por recordar de memoria los nombres y familias de los propietarios, que no coincidían con las del joven. “A nombre de D. no hay ninguna finca en el pueblo”.

Patio de la vivienda del supuesto organizador de la fiesta en Vime de Sanabria. A. S.

En ese intercambio verbal se señaló la posible responsabilidad del joven por no tener permiso para la fiesta. Al parecer, cuando regresó a la celebración, algunos de los participaron le recriminaron “el lío y le quisieron pegar” cuando les había asegurado que tenía todos los permisos. Este extremo no se ha podido corroborar con el interesado. Daban por hecho que así era cuando cercaron con una cuerda azul varios tramos de la finca, además de un cierre de palos y ramas.

Una tos incierta delataba que ayer había alguien en el interior de la casa unifamiliar. De hecho uno de los coches que quedó en El Gargallón era de su entorno de amistades más próximas. El patio estaba algo desordenado y con la mesa de jardín tirada por el suelo. Los días de atrás había depositadas mochilas y tiendas de campaña que han ido desapareciendo del patio a medida que se marchaban los coches forasteros llegados al festejo. Entre el material que se habilitó para la fiesta había tres generadores, al menos dos equipo de sonido cuya potencia “no sabía” su dueño, hasta una caja con discos de vinilo.

Labor pulcra

La labor de la Guardia Civil fue pulcra, en sentido estricto. A las personas que acamparon y no recogieron la basura voluntariamente se les obligó a dejar los tres prados limpios. “No ha quedado nada, ni un papel ni una botella”, afirmaba la denunciante después de acercarse acompañada de la Guardia Civil a su finca. Solo quedaron tres coches, relacionados con los organizadores de la fiesta, y una especie de cámara refrigeradora.

El problema es que, aunque totalmente limpio, no se podrán llevar las yeguas a pastar porque la hierba ha quedado inservible. A lo largo de la mañana otra de las propietarias se acercaba también a comprobar el estado de otra finca.

Vime de Sanabria respiraba ayer la calma que sigue a la tormenta.

Servicio de limpieza por las calles de Vime de Sanabria tras la macrofiesta. A. S.