Cerca de 170 ejemplares de vacuno, mayoritariamente de raza alistanasanabresa, alegraron la vista y llenaron el recinto ferial de Porto, en la penúltima feria de la temporada. La jornada comenzó con helada y terminó a pleno veranillo de San Miguel, que animó al público de la comarca a acercarse hasta el enclave portexo, más de 200 personas se acercaron hasta el recinto.

Dos ganaderos concurrieron al recinto ferial con sus ganaderías o al menos con las que se ha conseguido agrupar y bajar desde la Sierra, mientras que el tercero no pudo participar por estar en curso el saneamiento ganadero de la explotación con 160 reses.

El ritmo de ventas fue pobre y como reconocían los participantes "está flojo", prácticamente no hubo ventas. El más veterano de los ganaderos, con 74 años, seguía ayer al pie del cañón del Bibey.

La preocupación por la campaña de "culpabilidad" de la ganadería en las emisiones de CO2 y el calentamiento global, llegaba a una de las tertulias a Porto, a pie de recinto ferial. Aunque ver la boina de Madrid y ver el cielo de Porto azul deja fuera de dudas la nula responsabilidad de los bóvidos.

En la conversación hay asombro por la trascendencia que se ha dado a unas ecologistas afirmando que "los gallos violan a las gallinas, pero encima salen en el Telediario". Poner en el punto de mira a los vacas de extensivo preocupa en los pueblo, pero nadie repara en el millón de sus primos hermanos, los ñus del Serengueti que comen y deponen.

Y desde Madrid, a 400 kilómetros o el equivalente de 4 horas y media, viajaron varios portexos con morriña de montañas y tierra para pasar el fin de semana. La Plataforma 102 mantiene la vigilancia sobre la ejecución de las obras de la carretera, que ha mejorado con el cementado de varios tramos de cuneta que reduce la peligrosidad.

El Ayuntamiento y su alcalde, Francisco Blanco Corrales, estudian la fórmula para reabrir el comedor social del pueblo y crear empleo, antes de finales de año si es viable, además de acogerse a las ayudas de la Diputación para atender estos comedores, aunque se puede ampliar su uso a otros colectivos y no ser un comedor social.

El mercadillo de la avenida central volvió a contar con la participación de vendedores ambulantes, desde los que pisaban por primera vez una feria para vender melones y mieles, hasta los que no se pierden una con chacinas y salazones, calzado, ropa y enseres de cocina. Los vecinos y vecinas de Porto son clientes fieles que sí se acercan a los puestos a hacer alguna que otra compra.

Ricardo Alejandro Latín González viaja desde Salamanca con su tienda ambulante de guarnicería ha participado en cuatro ediciones de esta feria, en los meses de julio y agosto, y reconoce que en la provincia de Zamora "aún hay muchas ferias como Bermillo, San Pedro, Tábara, Alcañices... y esta de Porto. En Salamanca solo quedan dos ferias". Y lo que en Porto es un chocallo, en Castilla es un cencerro, el producto más relumbrante del puesto. Algún sanabrés ya ha comprado una buena silla de montar, para el otro valle, el del Tera como comentaba con afición a los caballos.

Cerrar la feria con pulpo es lo obligado en lo tocante a completar la feria, además de pasar por el bar de Sole Bruña, el único que queda en el pueblo, que se escapa algún rato para ver el ambiente de la feria, menos en agosto que ya pasó.