La Guardería Medioambiental suma a partir de estas fechas a sus tareas habituales, y durante prácticamente todo el primer semestre del año, la misión de seguir de cerca la vida avifaunística para censar las poblaciones de las especies más distinguidas, amenazadas o vulnerables del reino animal, especies que son un valor patrimonial dignatario en todos los territorios donde alzan el vuelo y muestran sus encantos. En realidad, "se censa todo lo que vemos" en expresión de un agente medioambiental.

Aves como el águila perdicera, el águila real, el alimoche, la cigüeña negra, el halcón peregrino, el sisón, el milano real, la perdiz pardilla, la avutarda, la perdiz roja, o predadores como el lobo, o presas como el ciervo, son seguidas por los agentes medioambientales con cierto atisbo para dejar constancia de su evolución.

En ciertos casos reflejan un declive reproductor, en otros, apenas si despegan a pesar de los planes de conservación y recuperación y, en otros, como el lobo, presentan una buena consolidación e incluso una expansión territorial debido al incremento poblacional.

El seguimiento tiene que ver con aspectos que permiten conocer su estado como es la nidificación o el arreglo de los camerinos, la posterior incubación y, luego, la crianza de pollos que, en conjunto, revelarán el saldo positivo o negativo de cada especie.

Estos censos sirven, además, en el caso de especies que presenten una situación crítica, para alertar del riesgo de extinción y promover la redacción y elaboración de Planes o estrategias de recuperación y conservación, con la adopción de una serie de medidas encaminadas a revertir la tendencia de la población. Planes exigidos por las propias directivas europeas relativos a la conservación de la vida silvestre.

Las actuaciones de la Guardería Medioambiental son cada vez más solicitadas por la Administración, consultoras de recursos naturales e investigadores, que reclaman su colaboración en la recopilación de datos censales de la avifauna. Estos datos sirven, en conclusión, para ampliar "el conocimiento de la biología de la especie".

El seguimiento de las poblaciones reproductoras, según recogen los propios proyectos de actuación entregados a los agentes, se centra en la localización de parejas o núcleos reproductores, en el control y seguimiento de las parejas durante todo el periodo de cría y en determinar "el éxito reproductor". También se pide a este sector que elabore "una cartografía sobre distribución o mapa de movimientos, de población y tendencia", resultado de sus prospecciones sobre las cuadrículas en las que desempeñan su labor profesional.

Es una labor que, en algunas especies, "lleva mucho tiempo y muchas horas", y que se realizan con absoluto respeto hacia las aves para no interferir en su vida. "No nos acercamos a los nidos ni se toca nada", expresa uno de los agentes medioambientales, que pone de manifiesto que, en el caso del águila real, "a veces se observa desde la ladera de otra montaña para comprobar si está en el nido, si aporta ramas o para ver el desarrollo de crianza". Estos trabajos censales hace que la guardería medioambiental lleve consigo en todo momento papel y lápiz, además de un mapa topográfico lo más meticuloso posible.

Existe una metodología de censo recomendada, diferente para unas especies u otras por la propias características de cada ave o animal, indicadora de los recorridos a realizar, los kilómetros de los trazados, la velocidad de los mismos, las horas, los periodos de avistamiento. Nada tiene que ver el seguimiento del sisón, por ejemplo, con el del milano real o la perdiz que, se apunta, es de los más dificultosos. Incluso "se aprovecha el recorrido realizado para una especie para anotar todo lo que ves: zorros, jabalíes, cornejas, lobos...". Es una faena que, para ser efectiva, exige cuando menos una persona al volante del vehículo y otro con los ojos más que abiertos para dar cuenta de los vuelos, de las andanzas o de los movimientos o presencias de los animales. O una paciencia de Job para permanecer en un puesto durante horas.

El agente medioambiental es como un secretario que da fe de la vida salvaje, que elabora un fichero de primero mano cuyos datos forjan las estadísticas y marcan la gestión y la política a seguir.

Hay especies cuyo seguimiento es más individual y aislado que en otras que hacen gala de un comportamientos más conjuntado, y que prefieren reunirse para pernoctar formando dormideros en arboledas o marañas donde se sienten más seguras.

Las especies cinegéticas además exigen trabajos de censo previos a la temporada de caza y posteriores porque del número superviviente depende la gestión del próximo aprovechamiento.

Fuentes de la Guardería subrayan que existe una cierta discrecionalidad sobre la aportación de los datos para no facilitar la intrusión en zonas de nidificación o cría. De ahí que se faciliten datos ceñidos a cuadrículas y no a lugares concretos, con nombre propio. "Se dice que existe una pareja en tal territorio, pero no se precisa en la peña tal o en este árbol".

El trabajo de campo de los agentes medioambientales tiene otras lecturas cuando se trata de dar fe de episodios de mortandad o muerte porque no faltan sobre el medio natural las tragedias. De hecho, "la utilización de veneno en terrenos cinegéticos para el control de predadores, la colisión o electrocución en tendidos eléctricos y la caza furtiva" son amenazas tan reales que son noticia con frecuencia.

Aunque todo se censa, una de las aves que está en el punto de mira de una punta a otra de Zamora y de toda la comunidad es el milano real, cuyo vuelo es más que perceptible porque no falta un solo día en que no planee los cielos buscándose la vida. "Esta rapaz, de mediano tamaño, ha experimentado un importante declive de su población reproductora en la península ibérica, durante las dos últimas décadas, que ha supuesto su inclusión como especie en peligro de extinción en el Catálogo Español de Especies Amenazadas" según recoge el documento censal sobre esta especie.

Como "prioridades estrategias" de la gestión del proyecto se mencionan "la ampliación del conocimiento de la biología" porque "para emprender medidas de gestión es prioritario poner en marcha estudios que permitan conocer los movimientos locales, dispersivos y migratorios de la especie, el uso que hace del territorio, la disponibilidad de recursos tróficos y los factores de mortalidad no natural". Igualmente se aluden entre las estrategias a acometer "acciones que favorezcan e incrementen el alimento; a determinar las áreas críticas en las que hay mortandad elevada para emprender acciones que acaban con la futura pérdida de animales, a incrementar la vigilancia en periodos reproductivos y a fomentar programas de divulgación y sensibilización en la sociedad".

No es lo mismo el seguimiento de especies que habitan en los escarpes de los cañones del Tormes y del Duero, en Arribes, que en las llanuras cerealistas de Tierra de Campos, en las arboledas de los Valles o Benavente, en los vericuetos o amagos de La Culebra o de Sanabria.

Las especies necrófagas y carroñeras viven una convulsión tras la el rigor normativo surgido con la aparición de la enfermedad "del mal de las vacas locas", que llevó a la prohibición de dejar las reses muertas en el campo o al cierre de muladares. La hambruna demostrada por las víctimas de este recorte de alimento, con cambios de hábitos que las ha hecho incluso predadoras, motivó la aprobación de decretos que regulan la alimentación con subproductos animales no destinados al consumo humano.

Desde la Guardería Medioambiental se destaca "la dedicación y la vocación" de los agentes para realizar una "sobrecarga de trabajo" que viene sumarse a otras muchas tareas. Ponen de manifiesto que "faltan personal y medios". También critican que la Administración no imparte cursos de formación. "Casi resulta obsceno decir que tengamos que ir, de motu propio, a las jornadas como las que organiza la Sociedad Española de Ornitología (SEO) ".