Síguenos en redes sociales:

Sayago

Agustín Vicente, policía jubilado de Fermoselle: "Traté de no discriminar a nadie"

El Ayuntamiento y el pueblo de Fermoselle tributan hoy un homenaje al policía municipal Agustín Vicente Borges, jubilado tras más de 40 años de servicio en la villa

Agustín Vicente, policía jubilado de Fermoselle: "Traté de no discriminar a nadie"Foto R. F.

El Ayuntamiento y el pueblo de Fermoselle tributan hoy un homenaje a Agustín Vicente Borges Veloso en reconocimiento al servicio prestado a lo largo de sus más de cuatro décadas dedicadas al ejercicio de policía municipal en la villa de Arribes.

Una labor que desempeñó de un modo ejemplar, con "una mano tendida" y una humildad propia de una buena persona, y que le ha valido para ganarse el aprecio de toda la ciudadanía.

Policía municipal de profesión, flautista y tamborilero por vocación, y amante del campo y de la naturaleza por inclinación, Borges Veloso es una persona que siempre ha estado presente allí donde más concurrencia de personas había: encierros taurinos y corridas, festejos y las concentraciones en la Plaza Mayor. Pero también se mantuvo cercano al Ayuntamiento, donde realizó una labor de valioso "comodín". Llevó cientos de notificaciones a unos y era consciente de que en el salón de plenos a veces las discrepancias políticas exaltaban los ánimos y no bastaban las llamadas al orden. Y es que hacer de alguacil formaba parte de las misiones de un funcionario que no siempre vestía traje de gala, muchas veces lucía el mono de trabajo porque le tocaba echar mano de la pala para descubrir y resolver averías en el abastecimiento de un pueblo dueño de un callejero asombroso.

Nacido en el año 1953, Agustín Vicente Borges inició su andadura como policía el 1 de agosto de 1977, tras aprobar una oposición en junio. "Llevo más de cuatro décadas y parece que fue ayer cuando comencé a trabajar" expresa el homenajeado, que ha visto correr el tiempo de un modo veloz.

Es una trayectoria de numerosos "momentos especiales", y de muchas dedicaciones básicas y completamente necesarias para que los vecinos de Fermoselle vivieran una vida corriente y sin grandes sobresaltos. "Hacíamos servicio a todas horas, de día y de noche" expresa. Es de resaltar que el policía desarrolló durante muchos años la tarea de mantenimiento, junto con su compañero Antonio Regidor, ya jubilado, en un pueblo donde las averías en la red de agua y también las eléctricas estaban al orden del día. "Teníamos que saber de todo", señala sobre el particular.

Recuerda, sobre este aspecto, los desvelos con Hermenegildo Piriz cuando escaseaba el agua. "¡Agustín, vámonos hasta la presa!" inquiría un hombre como Piriz, que no admitía demoras ante los problemas.

No menor era la función de tener siempre a tono los grandes relojes que realzan la torre del Ayuntamiento, en la Plaza Mayor, y el de la Plaza de la Diputación o Santa Colomba, cuyo buen funcionamiento mantenía a los fermosellanos al corriente del momento exacto. "Había que dar cuerda todos los días y los domingos que queríamos marcha fuera se acordaban de los policías porque no había nadie".

"Hemos pasado de todo. Un poco por el pueblo. Ha sido algo maravilloso. Estoy muy contento y, por mi parte, siempre traté de no tener discriminación de nadie. Siempre tendiendo la mano, dialogando con las personas para hacer de llevar lo mejor posible la movida y no denunciar. Basta que eran del pueblo" subraya el homenajeado.

Precisa que "al principio, cuando la dictadura, que me tocó en las elecciones primeras, cuando entraron los primeros alcaldes hubo sus más y sus menos, pero hemos transigido bastante y procuramos llevarnos bien y mantener el orden lo mejor posible".

"No he tenido problemas, salvo unas cosillas" dice. Entre las anécdotas está una propia de un tiempo ya superado por las nuevas condiciones de habitabilidad. "Recién entrado, iba de madrugada por la calle y, como entonces los orinales se vaciaban por las ventanas y balcones, una señora me lo echó encina de la cabeza. Se echó a llorar y hasta se puso hasta de rodillas pidiendo perdón".

Sin embargo los peores momentos que mantiene en la memoria, y que más le han marcado, han sido los trágicos, ocurridos en los encierros taurinos de una villa que celebra los festejos de San Agustín con una pasión taurina de altos vuelos. Fue la muerte del joven José Antonio Vaquero Ferrero, de padre fermosellano y madre de Palazuelo de Sayago, ocurrida en los encierros del año 2007, es un suceso inolvidable por lo dramático. "Le socorrimos y cuando le vi, y le llevábamos al botiquín del Ayuntamiento, le dije al doctor Lozano que se nos iba. Es lo peor que he pasado. Aquello que piensas y dices ¡Madre mía lo que ocurrió!".

No fue el único episodio tenso y relacionado con los toros bravos. Rememora Borges Veloso otra situación de parecido trance, sufrida por "otro chico que estaba al lado de un poste y se quedó un poco entre las tablas, y ni para dentro ni para fuera. El novillo le metió el cuerno en el abdomen, justo estaba al lado mío. Se salvó de carambola". Y es que los encierros taurinos de Fermoselle proporcionan en el coso de la famosa plaza de madera, montada para la ocasión en la misma Plaza Mayor, un espectáculo rebosante de emoción, pero que el policía municipal sigue con los nervios a flor de piel por la naturaleza del evento y por el gran número de aficionados y espectadores que concentra.

Integrado en un pueblo de gran presencia turística, afirma que con los visitantes siempre procuró hacerles ver que "la armonía del pueblo era una cosa y había que estar a cumplir las ordenanzas municipales". Es un hombre de gestos sencillos y palabras suaves, nada dado a polémicas.

De su condición y compromiso social habla su responsabilidad con Cruz Roja, al frente de la Juventud, durante más de una década. Otra faceta de Agustín Vicente Borges es su apego a la música y, especialmente, al folclore. En el servicio militar fue corneta y, ya en Fermoselle, formó una banda de cornetas y tambores. Hoy es un integrante sólido en la Asociación de Tamborileros Juan de la Encina, de Fermoselle, que anima con sus notas todos los festejos dignos de alegría y danza.

Como fermosellano, tiene su apodo: "El Madrileño"; y siempre halló en su tiempo libre un momento para sacar adelante la labranza del campo, unas viñitas que le proporcionaban "algo de vino", cosechar unas aceitunas que le procuraban algo de aceite. Dos productos que son símbolos de calidad en Arribes del Duero.

"Ahora hago vida normal en mi querido Fermoselle. Paseo, voy al campo y a Muga, de donde es mi mujer. Y a Zamora, donde tengo un nieto. Con el tamboril y la flauta voy a tocar por ahí. También practico otra de mis aficiones: la pesca, que está muy mal porque no tenemos peces autóctonos y están los invasores. Cada vez hay menos bogas, escallos, sardas, tencas? y más lucios y luciopercas" comenta quien gusta de llevar, además de los aparejos, "una bota de vino blanco dulce elaborado por él mismo". Dicen sus amigos de pesca, que fue de los últimos en capturar truchas en el río Tormes, aguas abajo de la gran presa de Almendra, que abastece a la población y llena de kilovatios la central de Villarino de los Aires. "Es una persona que conoce el término como nadie, y los ríos Duero y Tormes -y sus baos- como la palma de la mano" al decir de su amigo Roberto Fariza.

El concejal popular Manuel Moya señala que "he aprendido muchísimo de Agustín y se le extraña cada día en el Ayuntamiento". El acto de homenaje oficial a su jubilación está previsto hoy, a las 13.00 horas, en el salón de plenos.

Agustín Vicente Borges Veloso, que finalizó en las últimas fechas como Agente de Seguridad debido al descenso de población de la villa, es hoy es un ciudadano más de la capital de Arribes del Duero, que mantiene el gesto afable y humanitario de las personas cercanas.

Pulsa para ver más contenido para ti