"Ser torero es una forma de actuar y vivir". Lo piensa y los expresa una mañana ventosa y apagada de febrero. 20 años como torero de plata, banderillero. De subalterno nada, que es hombre principal, de autoridad, una condición que siempre te dan los otros. Y más en el universo en el que se mueve, donde el prestigio se gana con el capote, respirando el sabor hueco y astringente del miedo. Su currículo no cabe en la Monumental de México: 61 festejos de altura en la temporada pasada. A su lado: Juan del Álamo, Mora, Juan Diego, Abellán, Durán, Tejela... Lleva ya en su esportón vital 63 tardes en Las Ventas, 14 en Sevilla, decenas y decenas en lo cosos más importantes del mundo. Experiencia y sentido común le sobran. Sabe con que bueyes ara y estos se dejan guiar por quien se viste de responsabilidad. Abogado defensor de su profesión. Lástima que no siempre sea reconocida.

Javier Gómez Pascual no es chulo, es torero y en su condición va todo el lote. "Me gustaría haber ejercido esta profesión antes, hace años". ¿Por qué? "Porque era más reconocida socialmente, políticamente". No obstante, nada que echar a la lumbre: a lo hecho pecho, y está satisfecho. Por el camino, una carrera prometedora de novillero y su afán actual: seguir en la brega ejerciendo de actor doliente en "el más genuino espectáculo del mundo". Acaba de empezar la temporada, que espera larga y sin sustos, que el toro nunca se equivoca. Reflexivo, brillante, habla como se peina: con líneas rectas.

-¿Cuándo echa la vista atrás, que ve?

-20 años de banderillero. He tenido mucha suerte porque estoy haciendo lo que me gusta y eso no es lo habitual. La crisis, en los últimos años, ha hecho mucho daño, una criba importante. Ha habido reducción de festejos. Y lo que tenemos que pedir ahora es que, al menos, se mantenga la dignidad de los que se celebren.

-Torero de plata, banderillero, subalterno..., ¿cómo le gusta que le llamen?

-Torero de plata o banderillero, subalterno me gusta menos. Nuestra labor es imprescindible en los festejos. Lástima que ese trabajo no sea en esta la época donde más reconocimiento tenga.

-¿Cómo es su relación con los maestros, con los matadores?

-Buena. De respeto mutuo.

-Sin embargo algunos parecen muy exigentes, Esos gestos, a veces, que hacen durante la lidia, como diciéndoles a ustedes, a los de plata, "quítense, quítense de ahí, leches", ¿es teatro o es en serio?

-Hay de todo, pero las relaciones son buenas. No hay que olvidar que existe incluso la figura de peón de confianza. Después, claro, hay un tema de protagonismo, y ahí cada cual es cada cual. Dicen, por ejemplo, que Antonio Ordóñez era muy duro con los peones. Pero bueno, vamos a dejarlo ahí, el respeto es necesario porque cada uno cumple su labor. Es muy importante el cambio de impresiones entre el maestro y el peón, en este oficio tenemos que estar aprendiendo siempre. Respeto y autoridad, eso puede con todo, también con los egos.

-Usted que es un hombre de este tiempo, preocupado por lo que pasa a su alrededor, al margen de las cuitas de la fiesta nacional, ¿no ve cómo un poco trasnochada la figura de torero, tan artificiosa?

-Ser torero es una forma de actuar y vivir. Es una profesión que te condiciona las 24 horas del día. Hay que ser torero dos horas en la plaza y 22 en la calle. Es como un bastón, que modifica la forma de andar, la singularidad que da carácter. Para ser torero hay que parecerlo.

-No son buenos tiempos para la tauromaquia. Hay nubarrones que tiznan el presente y nimbos en el horizonte.

-No se puede negar, los tiempos son complicados, pero tampoco nos engañemos, nunca han sido fáciles. Nuestro esfuerzo tiene que ir ahora dirigido a conseguir que la sociedad reconozca los valores de la tauromaquia, lo que ha significado para este país: dignidad, respeto...

-¿Valores?

-Por supuesto. Esta profesión está cargado de ellos. Antes y ahora, porque se mantienen conceptos que en otros ámbitos se han perdido. Por ejemplo el respeto, la educación, la jerarquía, el compañerismo, la humanidad.

-¿El machismo?

-Todo está cambiando, también en este espectáculo tan particular.

-Un espectáculo singular que, sin embargo, no cuenta con subvenciones del Estado como ocurre en otros casos, como el cine, el circo, el teatro...

-Así es. Desde hace tres temporadas los festejos taurinos dependen de Cultura, pero nada ha cambiado. Es el segundo espectáculo que más IVA aporta (70 millones según algunos estudios). Se echa en falta un mayor apoyo. Organizar una corrida de toros supone unos gastos considerables. Y estamos hablando de cultura...

-¿Qué fue, qué se hizo del Plan Nacional de Fomento y Protección de la Tauromaquia (Pentauro)?

-Es un programa que se aprobó en 2013 con el apoyo del Ministerio de Cultura, pero que nunca se ha desarrollado. Había medidas interesantes, pero ahí están, en el papel.

-¿No cree que la presión de los grupos proteccionistas están retrasando este y otros planes de promoción, la propia declaración de patrimonio cultural inmaterial que ha quedado descafeinada?

-Hay muchas presiones de grupos "antis", también de algunas formaciones políticas. El movimiento económico que genera la fiesta nacional no está bien vendido. Cuando toreó José Tomás en Granada se hicieron estudios del impacto económico en la ciudad. Varios millones de euros. Los festejos taurinos tienen un valor inmaterial, cultural, pero también económico y eso tienen que ser valorado y respetado. También por quienes están a favor de la abolición. Se está llegando a extremos absurdos. La denuncia contra la película de la última versión de Blancanieves... Las protestas contra un videojuego de toros. Sería de risa si no fuera de pena.

-¿Qué piensa de la beligerancia de Podemos con los toros?

-Únicamente pido respeto por nuestra profesión, por lo que hacemos. Cada uno puede pensar lo que quiera, pero es muy importante que se ponga en la piel del otro. Prohibir nunca ha sido bueno, es la mayoría de los casos tiene una connotación negativa.

-La Fusión Internacional por la Tauromaquia (FIT) ha irrumpido en el planeta de los toros como un huracán. Bailleres, Casas, Cutiño, empresarios muy conocidos, ¿el proyecto llega a reforzar la fiesta nacional o a exprimirla aún más?

-Es un rescate en toda regla. Es importante que una de las mayores fortunas del mundo se haya fijado en España, en lo que más la define. En principio hay que darle la bienvenida, es una manera de abrir la habitación al mundo como están haciendo otros espectáculos. Ahora, eso sí, habrá que estar vigilantes. Si vienen a aportar, pues perfecto, otra cosa es que solo se venga con un interés puramente comercial, sin respetar otros valores. Pero, en principio, nada que objetar.

-Maestros que llegan, maestros que se van, el universo taurino devora muchas ilusiones, enfrenta voluntades, ¿qué cree que ha llevado a Leandro, con el que usted ha toreado muchas tardes, a decir "basta", "me voy"?

-Su adiós me ha sorprendido, pero realmente no conozco los motivos exactos de su decisión. Es un torero íntegro. Siempre he tenido con él una buena relación, que empañó ligeramente un malentendido. Siempre le he tenido aprecio, pero esta profesión, de verdad, es muy dura y necesitas estar a tope. Leandro se ha ido con toda la torería intacta.

-Uno que se va y otro que quiere entrar, Alberto Durán. ¿Va a ser esta la temporada del diestro de Villamor de los Escuderos?

-Tiene que serlo. Lo tiene todo para triunfar, solo necesita suerte. Tiene nuevo apoderado, Carlos Carrillo, el complemento ideal para él. Esta preparado para torear en cualquier momento física y técnicamente. El salto tiene que llegar. Aunque, no lo olvidemos, esta profesión es muy complicada, depende de mil cosas.

-Directivo de la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros, ¿su función tiene algo que ver con la de un sindicalista?

-Estoy muy satisfecho por haber conseguido ganarme el respeto de mis compañeros. Luchamos por nuestra dignidad, por el reconocimiento.

-Siempre comprometido, llegó a ser alcalde de su pueblo, Guarrate, en una época de tensiones sociales que estallaron con el proyecto de la incineradora. Tiempo de cuchilladas políticas. El PSOE que se vuelve contra un proyecto de su equipo de Gobierno municipal, el PP que lo apoyó. ¿Que le queda de entonces?

-Escepticismo. De política no quiero saber nada. Resulta curioso, se retiró un proyecto de futuro por contaminante. Se armó la guerra y ahora todos apoyamos iniciativas similares. Lo que hace el tiempo y la incongruencia.