Según el portavoz de Greenpeace, Carlos Bravo, la subida del gas natural, mayor para quienes menos consumen, beneficia a quienes "más contaminan" y, a su juicio, es absurdo que los consumidores que "derrochan" paguen menos por la energía que los que más ahorran.

Ladislao Martínez, de Ecologistas en Acción, ha lamentado que la subida penalice más al usuario doméstico que a la industria porque se premia a los consumidores "más intensivos" y porque no se reduce la demanda de energía, ya que "un usuario doméstico no suele disminuir su consumo cuando varía el precio del gas" mientras que el sector industrial sí lo hace.

La tarifa del gas natural ha subido este año un 4,93 por ciento para los usuarios con un consumo inferior a 5.000 KWh al año y el 4,84 por ciento para los que consumen entre 5.000 y 50.000 KWh; los aumentos disminuyen para los grandes consumidores (empresas e industrias).

Martínez ha lamentado que también la subida de la electricidad, de un 3,3 por ciento, menor que el IPC, "incentive el despilfarro" en vez de disuadir del consumo "superfluo", y ha añadido que "quien quiera una vitrocerámica", que consume el triple de energía que una cocina de gas, "debería pagarlo".

El portavoz de Ecologistas en Acción ha señalado que la subida del precio de las materias primas justifica un mayor aumento de las tarifas, aunque ha acusado a las eléctricas de manipular los precios del mercado de la electricidad ya que "obtienen grandes beneficios" a pesar de que se quejan de que las tarifas marcadas por el Ministerio son menores que sus costes de producción.

Carlos Bravo ha recordado que el Ministerio de Industria "tampoco este año" ha aplicado su compromiso de "tramificar la tarifa eléctrica por sectores para que paguen menos quienes menos consumen".

Bravo ha apuntado que los costes medioambientales de las "energías sucias" no se reflejan en los precios y que el consumidor de electricidad debería notar en su factura que consumir energías limpias es más barato que ser usuario de energía fósil.