El tribunal popular que juzga la muerte a cuchilladas del benaventano Luis Salazar a manos de su suegro ha considerado al autor confeso culpable de asesinato con ensañamiento y alevosía. Los nueve integrantes del jurado acordaron por unanimidad rechazar la petición de la defensa, que pedía una pena de entre 7 a 12 años por homicidio. El Fiscal, tras escuchar el veredicto, mantuvo su petición de 22 años de cárcel, a la que se sumó la acusación particular, que inicialmente solicitaba 25 años. Y es que el tribunal concede el eximente de confesión simple al condenado. Por su parte rechazan la posibilidad de indulto o suspensión de la pena. El caso queda visto para sentencia que, según el fiscal, deberá oscilar entre los 20 y 22 años.

Jornada del jueves

Lo último que en sesión oral se escuchó el jueves en la sala del juicio fue a Juan Antonio Felipe Román, de 72 años, diciendo que está "arrepentido". Pidió "perdón" a los familiares de la víctima "por la pena" que les ha causado. Lo hizo apenas unos minutos después de que la acusación particular le reprochara que no hubiera hecho gesto alguno de empatía hacia la familia de su yerno durante los tres años que han pasado desde el crimen. "No tendríamos problema en perdonarle si dijera donde está el cuchillo con el que mató a nuestro hermano y contase cómo lo organizó y quién le incitó", explicó a este diario Segismundo Salazar, portavoz de la familia.

Los forenses no aportaron mucho más de lo que el día antes habían declarado los integrantes del grupo de inspecciones oculares de la Policía Científica. No fueron tan contundentes como los agentes a la hora descartar por completo una posible pelea previa entre acusado y víctima antes del ataque, pero subrayaron que no había indicios que avalaran la defensa propia que alega Felipe Román. En la primera sesión del juicio, el acusado dijo que todo había comenzado con una discusión en la que su yerno le cogió "en volandas" y le arrojó contra el fregadero de la cocina de su casa, a lo que respondió cogiendo un cuchillo y "pinchándole" en la barriga. No se acuerda de más. Los forenses, como antes habían hecho los policías, recrearon el brutal ataque olvidado por el autor. Apuntaron que tres de las casi treinta puñaladas fueron mortales. La de la muñeca le llegó a seccionar el radio, la del abdomen le cortó el riñón en dos y una de las del cuello le cercenó todo el paquete vascular de la garganta. Se utilizó un "cuchillo tipo machete", causando una "enorme hemorragia".

Le causó un dolor y un sufrimiento innecesarios

Los peritos recalcaron que Luis Salazar se mantuvo vivo durante todo el ataque, más allá de que su fallecimiento fuera rápido después. Este hecho tendrá su relevancia a la hora de que el jurado decida si hubo ensañamiento, es decir, si se causó, como argumenta el fiscal, "un dolor y un sufrimiento absolutamente innecesarios"

Asumida la autoría del crimen, es el citado ensañamiento y la posible existencia de alevosía lo que determinará si el acusado es condenado por asesinato o homicidio, como reclama la defensa. Luego están los posibles eximentes de confesión y arrepentimiento. Es en este terreno donde ayer acusación y defensa presentaron batalla. Al ser ante un jurado popular, se esmeraron especialmente en ornar sus conclusiones. El fiscal esgrimió con eficacia lo pertinaz de lo que definió como una "ataque brutal, rápido y sin dar opción a la defensa". Sostuvo que hubo alevosía, ensañamiento y solo una confesión parcial (simple), ya que el ministerio público entiende que Felipe Román dificultó la investigación "tirando el cuchillo al río". Especialmente incisivo fue el fiscal a la hora de valorar la legítima defensa. Tras esgrimir todas las pruebas que descartan una posible lucha entre víctima y verdugo, recalco que aún asumiendo un posible forcejeo en ningún caso se puede hablar de proporcionalidad tras las 25 puñaladas asestadas. "El acusado ha mentido y ha ocultado el arma, actuando de manera sorpresiva y sin dejar ningún tipo de desorden tras provocar una carnicería", apuntó.