La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Tribunales

Crimen del benaventano Luis Salazar: «Le daba pánico que le pudieran hacer daño a su hijo, pero se lo hicieron a él»

Los hermanos de la víctima describen ante el juez el «infierno» que padeció para poder estar con su hijo: «No dejaban ni que lo tocase»

La familia de Luis Salazar y algunos amigos han testificado en el segundo día del proceso. D. M./LNE

El juicio contra el mierense que mató a puñaladas a su yerno, el benaventano Luis Salazar, se ha ocupado en el segundo día del proceso de la problemática relación que mantenían víctima y verdugo. Hasta seis amigos y cinco hermanos del fallecido prestaron declaración en la Audiencia Provincial.

Todos ellos describieron el «infierno» que, siempre según la acusación, sufrió Luis Salazar para poder estar con su hijo, que en el momento del crimen aún no había cumplido los dos años.

Retrataron a la exmujer y a los abuelos maternos del niño como «malas personas», hasta el punto de que el padre llegó a temer que le hicieran daño al pequeño y, en menor medida, a él mismo: «Le daba pánico que le hicieran daño al niño, pero al final se lo hicieron a él», apuntó María de los Ángeles Salazar, una de las hermanas.

Angustia y lágrimas

La segunda jornada de la vista oral resultó por momentos angustiosa. Hubo muchas lágrimas y nervios. Los hermanos de Luis Salazar se encontraron por primera vez desde el atroz crimen frente al autor confeso, ejecutor de hasta 25 puñaladas.

Dos de las hermanas de la víctima, en especial, se mostraron desgarradas ante el tribunal popular que juzga el caso. Intentaron desahogarse, hasta donde les permitió la linde del procedimiento judicial. «No le dejaban ver al pequeño y desde que nació apenas pudo tocarlo. Estaba desesperado. Le trataron como a un perro», apuntó otra de las hermanas, Begoña.

La Audiencia de Oviedo ha celebrado hoy la segunda sesión del juicio con jurado popular por la muerte del benaventano Luis Salazar. D. M./LNE

Si la primera jornada del juicio estuvo marcada por el testimonio del acusado –que alegó que fue atacado por Luis Salazar, antes de propinarle 25 cuchilladas– y por los detalles de la brutal agresión, ayer la vista se centró en el aspecto más humano del caso. En las relaciones personales.

Tanto la Fiscalía del Principado de Asturias como la acusación particular sostienen que Juan Antonio Felipe Román decidió terminar con la vida de su yerno, con el que su hija se encontraba en trámites de divorcio, «a sabiendas de la mala relación que existía entre ambos».

El acusado tomó esta determinación, dice el fiscal, «con el propósito de intentar impedir a toda costa que la víctima pasara el fin de semana con el hijo de la pareja», su nieto, tal y como había establecido el Juzgado de Mieres, que atribuyó la guarda y custodia del menor a la madre y el derecho de visita del padre los fines de semana alternos de cada mes, con pernocta desde el viernes por la tarde hasta el lunes por la mañana. «Ante la idea de que la víctima pudiera hacer uso de este derecho de visitas por primera vez ese mismo fin de semana, el acusado decidió matarlo», argumenta la acusación.

Los hermanos y amigos de Luis Salazar refrendaron el planteamiento de la Fiscalía en sus declaraciones. Los testigos coincidieron en señalar, en líneas generales, que Luis Salazar, de 41 años, mantenía al principio una relación «cordial» con su suegro.

"Le hicieron sufrir como a un perro», declara desgarrada la familia del fallecido

decoration

Sin embargo, la víctima pasó de considerar al acusado «un pelele» dentro de su familia política a pensar que era «una mala persona» porque le ponía numerosos obstáculos para ver al menor y, al igual que su suegra y su exmujer, «no le dejaban ejercer de padre, ni tocar al niño».

«Todo se torció a raíz de que naciera». Los hermanos de la víctima retrataron a la familia materna a través de un proceder «enfermizo y obsesivo», según los términos empleados ayer en el juicio: «No dejaban tocar al niño, ni, por ejemplo, tirar de la cisterna cuando estábamos en casa para no despertarlo».

Esta situación llevó a Luis Salazar a poner fin al matrimonio, empezando entonces un pleito por lograr la custodia compartida. Fue asesinado un martes, el 12 de noviembre de 2019. Ese mismo viernes iba a poder quedarse por primera vez con su hijo: «Estaba muy contento, ilusionadísimo», coincidieron en señalar ayer todos los testigos de la acusación.

«Teníamos organizada una reunión familiar en Mieres para celebrar todos juntos la presencia del pequeño», explicó Segismundo Salazar sin poder contener las lágrimas al recordar a su hermano.

Juan Antonio Felipe Román, autor confeso de la muerte de Luis Salazar, durante el primer día de juicio. D. M./LNE

Las pruebas testificales de ayer intentan reforzar la teoría de que el autor confeso del crimen actuó para evitar que el niño fuera temporalmente apartado de su madre y su abuela, presentadas por los testigos de la acusación como «enfermizamente» protectoras del pequeño. «Estaban obsesionadas con el niño», recalcaron.

Los hermanos de la víctima relataron que el temor de Luis Salazar era que su exmujer pudiera intentar impedir que viera a su hijo a través de una denuncia falsa por «malos tratos o algo similar», y especialmente temía que ella, que «estaba como loca desde el embarazo», le «hiciera algo» al menor.

Luis Salazar fue asesinado, tras recibir 25 puñaladas, la mañana del 12 de noviembre de 2019 en el piso en el que había convivido con su exmujer. Tras separarse residió durante un tiempo con una de sus hermanas en Oviedo, pero había decidido regresar a este inmueble unos días antes para disfrutar de las visitas de su hijo, que estaban a punto de empezar: «Lo había preparado todo en casa, con sus juguetes, pero le impidieron disfrutar de su hijo asesinándole», apunta la familia. La celebración familiar acabó en tragedia.

Luis Salazar trasladó los días previos a su muerte a todos sus allegados su «preocupación y agobio» por la reacción de su familia política al haber conseguido un régimen de visitas de su hijo.

Sus compañeros de trabajo y su propia familia le habían instado a que cambiara la cerradura de casa, ya que su familia política seguía teniendo las llaves. «Tenía miedo, por él y sobre todo por el niño».

Los hermanos insistieron en que esa alegría ante la perspectiva de disfrutar de ese primer fin de semana con el menor se tornaba en «preocupación», porque sus suegros y su exmujer «le hacían la vida insoportable y le trataban como a un perro». La familia de Luis Salazar se quedó ayer con ganas de desahogarse ante el asesino confeso de Luis Salazar.

«No me habéis visto sufrir como un perro cada día durante 18 meses, llorando solo en la cocina porque la mujer con la que me casé había desaparecido, no me quería, y me hacía daño"

decoration

Al final de la vista, los hermanos mostraron a este diario varios mensajes telefónicos que el fallecido les había mandado intentando explicar su situación: «No me habéis visto sufrir como un perro cada día durante 18 meses, llorando solo en la cocina porque la mujer con la que me casé había desaparecido, no me quería, y me hacía daño», dice la víctima en un texto enviado poco antes de su muerte.

El propio Luis Salazar prosigue explicando su infierno: «No me dejaba estar con mi hijo y me robó el derecho como persona a tener una intimidad en mi casa, además de insultos y mentiras, faltas de respeto...».

Luis Salazar se desahogó con sus hermanas: «Me ha tratado fatal, me ha privado de criar a mi hijo y me ha metido a su madre en mi casa», concluye en su escrito, un espinoso testamento emocional.

Compartir el artículo

stats