La experiencia ha sido emocionante. El benaventano Cristian Franganillo, animador y docente en la Universidad de La Coruña, es el director artístico de la película de animación “Valentina” a la que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España ha entregado este año el Premio Goya a la Mejor Película de Animación. No es su primer “cabezón”, según reconoce, puesto que ya el pasado año formó parte también el equipo de “La gallina Turuleca”, galardonada con este premio; y logró su primer Goya con el trabajo realizado en 2006 para “El suelo de una noche de San Juan”. Desde que logró dar el salto a la animación, ha ido superando retos y desarrollando proyectos de diferente tipo de animación. También estuvo nominado a los Goya en 2016 por su trabajo en dos películas, “Meñique” y “Holy Night”; en 2009 por “El espíritu del Bosque”; y en 2008, por el corto de animación “El bufón y la Infanta”.

–Ha formado parte del equipo de la película de animación “Valentina”, Goya a la mejor película de animación de este año, dirigiendo la labor artística de este largometraje. ¿Cómo ha vivido esta experiencia?

–Es un Goya de equipo. Pero para mí, que es el tercero en el que estoy inmiscuido en una producción, pero realmente es el más importante porque es en el que más he estado desde el principio, en el que más procesos he estado y en el que en más capacidad de decisión he tenido, sobre todo en la parte artística pero también he podido inmiscuirme en la narrativa. Las experiencias anteriores, pues la primera película, “El sueño de una noche de San Juan” fue cuando empecé en 3D con una empresa de La Coruña que fue pionera en Europa en hacer 3D. Fue algo que me flipó, tenía también a mi hermano mayor aquí en La Coruña y conocí este estudio, logré entrar y participé en esa película, en la parte de iluminación, no tenía un cargo de responsabilidad.

–¿Y “La gallina Turuleca”?

–La experiencia fue también muy distinta. El año pasado fue la única película de animación que se presentó a los Goya en esa categoría y ganarlo fue un poco como agridulce, porque ganarlo fue algo como testimonial. No sabemos hasta qué punto era merecedora de ese premio. Esta la hemos hecho en un estudio muy pequeño, Antaruxa, con un presupuesto muy bajo y no hubo pocos problemas durante la producción. Parece que toda esta montaña rusa de trabajo, emociones, de lucha, con una cosa muy humilde, como que es una recompensa mucho mayor, parece como más tuyo.

El director artístico busca un tono visual en la película, que todo tenga coherencia

–¿Cuál es la labor del director artístico en el ámbito de la animación para que entendamos un poco mejor cuál ha sido su trabajo en esta película?

–El director artístico busca un look, un tono visual en la película que tenga cierta coherencia primero con lo que se pide desde dirección y después intentar acotarlo al presupuesto que hay.ay que hacer un estilo visual que sea viable para el desarrollo del proyecto. En este caso la productora de la película, también guionista, quería basarse en los diseños de un ilustrador infantil gallego, David Pintor, muy esquemático, como si fuera dibujado por un niño. Realmente el estilo de animación que se adapta a ese tipo de ilustración visualmente hablando sería un tipo de animación 2D, dibujos. Pero esa animación es mucho más cara.

–Pero la apariencia de la animación 3D es diferente.

–Sí tiene un look o una apariencia más realista, más voluminosa, las luces y las sombras son físicamente más reales. Nosotros lo que hicimos fue desde arte intentar adaptar ese mundo 2D, hacer una mixtura rara con la técnica del 3D sin llegar a tratar como generalmente se trata ese estilo. Eso nos permite más flexibilidad y es una zona que controlamos mucho más también para que el proyecto fuera viable.

–Es clave por tanto, el trabajo del director artístico en la producción de esta película.

–Sí, es el responsable del estilo visual. Si vas a optar por hacer una cosas más estandarizada como nos tienen acostumbradas las producciones de 3D o un estilo más fresco, más caricaturesco pero con materiales realistas e iluminaciones realistas.

–¿Qué es lo que le gustó de “Valentina” cuando le presentaron el guión?

–Sobre todo que la protagonista es una niña con síndrome de Down, un sector de la población que está en exclusión. Me parece que hay que tratar de normalizar esto y que tenga representación en el mundo audiovisual. Al fin y al cabo es algo más del personaje. Es una historia que cuentas. Es el típico viaje del héroe. Es un niña que le sucede algo y se va de casa en busca de ese objetivo, por el camino va encontrándose con situaciones que hacen que se vaya desarrollando como personaje. Y en el regreso a casa vuelve como renovada o cambiada. El viaje del héroe se podría aplicar al 90% de las historias que contamos.

–Una vez tiene el guión, ¿cómo afronta la creación de personajes?

–En este caso como la guionista quería basarse en unos personajes ya contextualizador por este ilustrador, lo que hicimos fue readaptar las formas, los colores no tanto. La forma estaba más o menos decidida pero este dibujante cada vez que dibuja una pose distinta el personaje es muy distinto. Nos da información desde varios puntos de vista del personaje que no va a funcionar en 3D. Readaptas colores, parte el diseño y nos encargamos de dar un poco más de coherencia entre todos los personajes, había bastante disparidad. Intentamos dar esa sensación de que todo pertenece al mismo estilo.

Cristian Franganillo, trabajando en la producción de la película de animación "Valentina".

–¿Cómo ha sido trabajar en medio de la pandemia? ¿Se ha visto interrumpida en varias ocasiones la realización o no ha afectado a su trabajo?

–Afectó en la medida de que todo lo que teníamos alojado en el servidor y el sistema entre redes que veníamos utilizando en el estudio se vio trastocado y hubo que montarlo casi desde cero para poder trabajando desde casa. Tampoco se resintió tanto como para no seguir. El sector al disponer cada uno de equipo y conexión de Internet potente pudimos seguir adelante. Es más complicado porque cada uno iba avanzando en su sector a ciegas.

–Ha participado en diferentes proyectos de animación, ¿de cuál se siente más satisfecho, y por qué?

–Lo que pasa es que con el tiempo ves los proyectos en el mismo momento del estreno. Ya veo que hay cosas que cambiar o que hay algo que no ha funcionado. Pero también es verdad que la gente que tienes alrededor te dice “esto solo lo ves tú”. Pero no dejas de pensar en otras películas por las que tienes gran admiración. Para hacer la valoración yo no puedo quedarme solo con el resultado final, intento analizarlo desde el proceso. Lo que veo es que en algunos proyectos ha habido muchas dificultades y el resultado al que has llegado es bueno. Es verdad que a una persona que vea la película le da igual cómo ha ido la producción, pero desde mi punto de vista es más parcial. Justo el proyecto anterior que hicimos, una serie para Disney quedaron muy satisfechos a nivel técnico y el resultado fue bastante bueno. Es el trabajo de los que más me gustan: “NIVIS: Amigos de otros mundo”, para Disney Junior Latinoamérica.

Echo de menos mis inicios laborales con la familia en conciertos con bandas de música, pero yo iba para animador

–En su formación académica cuenta con el Grado de Creación Digital, Animación y Videojuegos, el Grado de Comunicación Audiovisual, y un Master Universitario en Diseño, Desarrollo y Comercialización de Videojuegos, pero ¿cómo fueron sus inicios laborales?

–Tocando música con la familia. Empecé a tocar con mi padre cuando tendría 12 años en que íbamos a hacer actuaciones, a algún colegio también, o al teatro. Empecé con mi padre a hacer actuaciones y luego con mis hermanos. Luis tenía una banda y necesitaba un teclista y a mí me encantó la idea y parece que funcionó y estuvimos varios años con varios grupos. También con mi hermano Quili y demás. Es, además, una vida que hecho muchísimo de menos. Pero me gustaba también esto de la animación y después de estudiar en Salamanca me enteré del máster dedicado más a esto del mundo de la animación y me fui con un amigo que conocí en Bellas Artes. Desde ahí saltamos a un estudio de publicidad, después a otro de videojuegos en Madrid y fue cuando en La Coruña estaba ese primer estudio de animación de Europa y me trasladé aquí.

–¿Le gustó la animación?

–Sí yo iba para animador, era lo que me gustaba. Pero cuando llegué a La Coruña lo que estaban buscando eran iluminadores y fue donde empecé aquí. En la primera película estuve de artista iluminador, en la segunda me contrataron como iluminador senior y a mitad de producción me cambiaron a supervisor. Desde ahí mi labor ha sido supervisor de iluminación y labores de dirección de arte. El sector de la iluminación 3D es lo más parecido a la dirección de fotografía en películas de imágenes reales.

Las plataformas digitales son un impulso para las producciones audiovisuales y de animación

–¿Las plataformas digitales son un impulso para las producciones de animación?.

–Sí, la proliferación de las plataformas, que además buscan producciones propias, está abriendo una puerta grande a producciones audiovisuales y de animación. El problema es que una producción de animación es bastante más cara que imagen real. No es difícil encontrarte que la media de presupuesto de las películas triple A, que son las más importantes a nivel de presupuesto y de producción, como las de Pixar o Disney, sea de 300 millones de euros. Claro pueden llegar a trabajar 300 o 400 personas durante 3 o 4 años. En España la película más cara en la que yo he estado fueron 11 millones de euros y eso para rentabilizarlo en taquilla es necesario un poder promocional muy potente. En España una película de imagen real igual está por debajo de 2 millones de euros.

–¿Ahora está trabajando en alguna producción?

–Ahora estoy centrado más en la labor docente. Pero tengo contacto y planes de futuro en la empresa, sobre todo, ya que desde su temprana aparición es un conglomerado de gente muy válida.