La cosecha de uva en los valles benaventanos se reducirá en torno al 50% según las estimaciones de los bodegueros. Estas son las previsiones más optimistas porque en general el porcentaje sería algo inferior. Las adversas condiciones climatológicas desde el proceso de floración hasta el actual de desarrollo y maduración se traduce en «un año algo complicado», aduce uno de los bodegueros de la comarca.

Precisamente las adversas condiciones del clima se han traducido en ataques de mildiu y en el pasado mes de julio se ha venido a sumar el ataque de oidio a la uva. Los cultivadores han tenido que aprestarse a llevar a cabo tratamientos para contrarrestar las enfermedades. Algunos de los que no han estado tan listos han visto como la producción se ve mermada en una mayor cantidad que la anteriormente citada.

En todo caso, los cultivadores consultados ven con buenos ojos las temperaturas de los últimos días, ya que el racimo precisa de calor, no así con los rocíos de julio en pleno envero que han dificultado todo este proceso.

Si las condiciones se mantienen es previsible que la vendimia se inicie con la segunda quincena de septiembre.

Por otra parte, la ansiada Denominación de Origen para la comarca benaventana, ya no tiene tantos adeptos como años atrás, antes de haber logrado la figura de Vinos de Calidad con la que ahora se goza. La Denominación de Origen para el vino de Benavente y los Valles vendría acarreada con un incrementos de costes económicos difícilmente de ser sufragados. A ello se viene a sumar el regular panorama del sector vitivinícola con un mayor número de caldos en el mercado a unos precios difícil de competir con una elaboración de calidad. La asociación Vinos de la Tierra viene siendo tutelada actualmente por el Instituto Tecnológico Agrario (ITA), con la DO se tendría que contar con un autocontrol lo que implicaría disponer de un mayor número de técnicos y operarios tanto para el control del viñedo como de la elaboración de caldos, aparte de los costes económicos añadidos. «La contraetiqueta vale un dinero y no se llega ahora al nivel de contraetiquetas que supone una DO», advierte uno de los bodegueros de la comarca explicando que las etiquetas que expide la propia asociación no llegan para cubrir los gastos.

Los controles tendrían, en el caso de una DO, que ser «más exhaustivos» de parte de la propia asociación, argumentan.