Tras la época estival, hizo su aparición la segunda ola de la pandemia, con una mayor presión hospitalaria y la multiplicación de los casos de contagio de un virus que ha cambiado la vida en todos los ámbitos.

A principios de septiembre, un brote en la residencia de El Puente de Sanabria ponía en alerta a la comarca. Personas que habían mantenido un contacto estrecho con los afectados se sometían a las pruebas en el Centro de Salud de Puebla y varios ayuntamientos de la zona cerraban instalaciones y suprimían servicios.

La segunda oleada asestaba un golpe tremendo a la provincia con este brote, una vez superada la primera ola y el estado de alarma que comenzó en marzo.

El curso escolar comenzaba en septiembre con 31 estudiantes menos y con incertidumbre por la situación sanitaria y el efecto que tendrían las medidas de seguridad como los grupos estables de convivencia para los alumnos de Educación Infantil y Primaria.

Fue un atípico inicio de curso, con los niños con mascarilla y toma de temperatura antes de entrar a las clases, pero también un curso escolar que dejó la alegre imagen de la reapertura de un colegio en la provincia, el de Arrabalde, que volvió a abrir sus puertas cuatro años después de su cierre.

La segunda ola del covid comenzó a mediados de septiembre a alcanzar cifras similares a las de abril, con nuevas muertes después de dos meses y medio sin ningún fallecimiento por la pandemia. El virus también llegó a los colegios y comenzó el confinamiento de aulas.

La negativa evolución de la pandemia supuso el establecimiento en Castilla y León del toque de queda entre las 22.00 y las 6.00 horas, un toque de queda que sigue vigente salvo para la excepción de esta Nochevieja, cuando se ampliará hasta la 1.30.

El 25 de octubre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba un segundo estado de alarma a nivel nacional para contener la segunda oleada de contagios. Este estado de alarma no conlleva confinamiento domiciliario, como ocurrió en el primero, pero sí duras restricciones.

En base a la aplicación del segundo estado de alarma, la comunidad de Castilla y León adoptó medidas como el cierre perimetral de la región, que se ha abierto únicamente durante ciertos días para los encuentros familiares de Navidad.

Otra de las duras medidas fue el cierre a principios de noviembre de la hostelería, los centros comerciales y gimnasios, negocios que pudieron volver a abrir en el mes de diciembre después de semanas de restricciones por un incremento en la incidencia del coronavirus.

Durante el cierre, hubo protestas de los hosteleros en Zamora.

En el último mes del año, llegaba una fatídica noticia. Fallecía Felisa Gallego, la primera sanitaria de Zamora muerta por covid.

Felisa Gallego tenía 58 años de edad y era auxiliar de enfermería en la planta de Digestivo del Hospital Virgen de la Concha de Zamora.

Murió “cuidando de todos” y después de haber permanecido ingresada primero en la UCI del Virgen de la Concha y después en el Complejo Asistencial de Salamanca, donde falleció.

Sus compañeros le dedicaron una emotiva despedida con aplausos y un minuto de silencio a las puertas del Hospital en el que trabajaba y en los centros sanitarios de la provincia.

Era la primera sanitaria de Zamora que fallecía por covid, pero también hay que recordar a la joven Sara Bravo, que perdió la vida con 28 años de edad. Era nacida en Ciudad Real, pero tenía raíces en Santa Cristina de la Polvorosa.

La joven hacía refuerzos como médico de familia en el Centro de Salud de Mota del Cuervo, en la provincia de Cuenca.

Su madre, Teresa López, que reside en Santa Cristina, estuvo en la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Sara Bravo es la médico más joven que ha fallecido por coronavirus en España.

En diciembre llegaron las medidas establecidas para la Navidad más atípica, pero también las primeras vacunasa residencias de España, lo que ha llenado de esperanza el nuevo año 2021.