El cambio climático disminuirá los rendimientos de dos cultivos claves para el campo de Castilla y León durante las tres próximas décadas. En concreto, la producción de girasol caerá en torno a un 23 por ciento y la de trigo un 10 por ciento en un escenario de subida media de la temperatura en dos grados para 2050.

Así se desprende del estudio “Empieza la cuenta atrás”, presentado ayer por COAG en Valladolid, y que analiza el impacto del cambio climático en el campo español, que ya pierde cada año, según dicho estudio, un seis por ciento del valor de su producción, más de 550 millones de euros.

El responsable de Riesgos Agrarios de COAG a nivel estatal, Pablo Resco, fue el encargado de realizar y presentar el estudio para, desde un enfoque divulgativo, “acercar a la sociedad el porqué de entender el cambio climático como uno de los grandes riesgos” a través de datos científicos con los que componer un “puzle completo” cuyas piezas “apuntan todas en el mismo sentido: el cambio climático ya está aquí y, si no se actúa pronto, los daños van a ser mayores”.

En relación al viñedo, el estudio estima beneficios ante el aumento de las temperaturas y la disminución de la precipitación como la existencia de periodos activos más largos y menor riesgo de heladas primaverales en el sur y el oeste.

Sin embargo, son más los efectos negativos: aumento del estrés térmico, disminución de la calidad de la uva, aumento del grado alcohólico, exceso del desarrollo vegetativo frente al productivo, mayor riesgo de incendios y aumentos de daños por plagas y enfermedades.

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Esto conllevaría una disminución en los rendimientos de hasta un 20% aunque “principalmente en el sur peninsular”, afectando no obstante “también a determinadas zonas de Castilla y León”.

En cuanto al cereal, el estudio contempla como efectos negativos del calentamiento global, aumento del estrés térmico y de los daños por plagas, así como un mayor riesgo de incendios y un aumento de la demanda de agua en regadío, junto a una mayor erosión y más daños en las plantas por inundaciones o pedriscos. Se reduciría la calidad del trigo, frente a dos únicos beneficios: el incremento de la fotosíntesis y una mayor eficiencia en el uso del agua por el aumento de la concentración de CO2.