El documento de la Reserva de la Biosfera no prevé ningún tipo de contestación social en las zonas afectadas, ya que la medida cuenta con amplio consenso y menciona beneficios de las actividades económicas para la población local. La propuesta se autodefine como "moderna en una región piloto del desarrollo sostenible, con acciones enfocada a la adaptación al cambio climático y la conservación de la biodiversidad, mediante el aprovechamiento de sus características naturales y socioeconómicas". La Reserva, por tanto, "será el motor de iniciativas teniendo en cuenta la tendencia a escala nacional, europea y global". El documento desciende a actuaciones concretas, como "aumentar el conocimiento de la región, atrayendo a personas e inversión", apoyar "una política de comunicación conjunta que muestre la orientación de la conservación medioambiental para contribuir a una economía verde" o realizar "proyectos de cooperación transfronteriza entre Braganza, Zamora y Salamanca para el desarrollo y empleo a través del patrimonio natural de la cultura y el turismo, convirtiéndose de esta forma en agentes de la política de cohesión de la Unión Europea". Si las grandes líneas suenan a recetas de desarrollo ya sabidas y que no han dado demasiado resultado, la importancia de la marca Reserva de la Biosfera puede hacer que, esta vez sí, el desarrollo pueda llegar por esta vía.