Cuando en el mes de marzo del año 2012 falleció el padre Evencio López, promotor de los afamados licores toresanos, surgidos en los años ochenta, parecía que también desaparecerían los reconocidos chupitos. La escasez de hermanos dentro de la orden de los Padres Mercedarios Descalzos y la avanzada edad de los mismos imposibilitaba continuar en un futuro con dicha fabricación.

Sin embargo, cuando todo parecía perdido y el adiós de los famosos licores estaba próximo, un hombre que había pasado su juventud ayudando a los padres ha decidido continuar con esta labor. El toresano Antonio Luis es aquel joven que trabajó con los miembros de la orden más de quince años en la elaboración de los Licores Padre Evencio de los cuales es ahora el propietario de la empresa que crea y comercializa los mismos desde su fábrica de Morales de Toro. Lo hace tras comprar la patente a los Padres Mercedarios.

Una relación que, como afirma el propio Antonio Luis, surgió "un poco por casualidad dado que yo en realidad estudié imagen y sonido. Sin embargo, se dio la circunstancia de que uno de los padres mercedarios (Fernando Beato) era tío mío y me llamaba en algunas ocasiones para que le ayudara con el proceso".

Una elaboración de los licores que el actual productor dudó en adquirir, dado que "las ventas no eran muy boyantes y que, tras cerrar los Padres Mercedarios, no podía seguir creándolos en el convento".

Aun así, finalmente decidió seguir con el proceso "ya que la nostalgia y el hecho de mantener unos licores tan tradicionales en Toro generaron en mi responsabilidad personal de evitar que estos desapareciesen".

De esta forma, Antonio Luis compró a los Padres la patente así como todo el material utilizado para la creación de los mismos y se trasladó a Morales de Toro "por las prisas. Quería abrir en un mes aunque después me ha llevado más tiempo ponerme en funcionamiento".

El cambio en el lugar de producción no ha derivado en una pérdida de clientela ya que, como afirma el productor de los mismos, "ésta se ha mantenido aunque me dio miedo a que se perdiera al dejar los padres de fabricar los licores".

Actualmente, la empresa produce las mismas variedades que se hacían antiguamente ((hierbas, limón, café, fresa, canela y tres Robles), además de guardar con recelo el secreto que tan bien conservó el Padre Evencio hasta su muerte.

Un enigma que como asegura el propietario "lo diferencia de otros por las características que tiene como el hecho de que sea bastante dulzón y no sepa mucho a aguardiente".

Una producción de licores donde Antonio Luis está valorando la posibilidad de añadir otras tipologías próximamente dado que "necesito expandirme, pues la empresa es conocida en Toro y su zona y mi intención es ampliar los lazos comerciales con bares, comercios y tiendas gourmets de otros municipios".

Una fabricación que se realiza a través de la maceración en frío. Una técnica que como afirma Antonio Luis "consiste en la macerar en aguardiente a bajas temperaturas las diversas variedades bien sean hierbas, frutas u otro producto. Tras este proceso, el contenido resultante se mezcla con un jarabe específico que creamos nosotros para después realizar la filtración del líquido y su posterior embotellado".

Esta es la técnica que el productor toresano prefiere en lugar de la maceración en caliente, ya que, según explica, "con el calor se sueltan más rápido las esencias pero tiene la desventaja de no soltar bien todos los aromas y sabores que sí se producen en frío".

En definitiva, la continuidad de este negocio tan conocido en Toro por parte de Antonio Luis permite que el sueño del Padre Evencio, quien dedicó buena parte de su vida a investigar para obtener un producto con sabores excelentes y una gran aceptación en el mercado, siga siendo una realidad.