En el tercer movimiento, «Amor, odio, ¿locura?», se plantea la pregunta de si realmente la reina sufrió de locura, o si se trató de un desquiciamiento por no ser amada como merecía. Aquí se juega con diversas ideas, como con el carácter autoritario del rey Felipe el Hermoso, con un tema solemne, que se entremezcla con otro más delicado, que refleja el odio que llegó a sentir la reina por él, pese a que continuaba «locamente» enamorada.

Ese tempo tranquilo, lento, se rompe con un allegro iniciado por la percusión, en el que hay disonancias y cromatismos, que tratan de reflejar esa locura, «porque yo opino que una locura o una inestabilidad mental, como mejor se interpreta en música es con una cierta inestabilidad tonal», y de ahí el que haya alguna desafinación. «Un atisbo de esperanza» es el título del cuarto movimiento. Muere Felipe, y ella, que primero cae en una gran tristeza, se va dando cuenta con el tiempo de realmente ha sido una liberación. Y el último movimiento, «Mi muerte, mi libertad», hace referencia a la estancia en Tordesillas, con una vida de recogimiento, tranquila, a la que sigue su muerte en esa ciudad. Es un movimiento más delicado, más triste, «el que más emociona al público y a los que lo tocan». El final de la obra es un piano que va subiendo, acompañado de unos golpes de timbal, que representan los latidos del corazón, porque, aunque ella muere, «he querido reflejar con ese final el horizonte que se abre al personaje».

Prosa lírica

También pensaron en realizar una presentación de cada movimiento, por lo que pidieron la colaboración de la periodista Ana Pedrero, quien aceptó escribir unos textos en prosa lírica. Finalmente, la obra se estrenó en Tordesillas, dirigida por el propio Rivas e interpretada por la Banda de Música de Zamora, como uno de los actos de clausura del V centenario, en la iglesia de Santa María. La presentación de Ana Pedrero explica el porqué del estreno en Tordesillas, «no podía concebirse otro marco para el estreno de esta obra que no fuese la misma villa que dio reposo a su mente dolorida y a su orgullo de mujer ultrajada. Aquí, junto al Duero, junto a las piedras venerables que fueron su cárcel o acaso el refugio de sí misma y de sus fantasmas». Rivas quiere señalar su agradecimiento a «la alcaldesa de Tordesillas, Marlines Zarzuelo, a los concejales, y especialmente a Carlos Adeva, que ha llevado a cabo el proyecto, a Ana Pedrero, que ha colaborado haciendo unos textos preciosos, y a los músicos de la Banda de Zamora y a su director.