La docena de trabucazos incrustados en el paso original de “La Borriquita”, tallado en madera de pino de calidad, recuerda el paso de las tropas de Napoleón por la ciudad de Toro, donde tomaron el convento de San Francisco, en el que permanecía depositado el antiguo grupo escultórico de la Cofradía de Jesús en su Entrada Triunfal de Jerusalén de Zamora capital.
La refriega de los toresanos contra la invasión de los franceses pilló de lleno uno de los laterales del paso de Semana Santa, y a todas las tallas que se conservan.
"Suponemos que se encontraba de perfil” y los balines de calibre de ocho centímetros agujerearon a San Juan y a San Pedro, que flanquean a Jesús, junto al burro grande y la burra pequeña.
Todas estas figuras tienen impactos en un costado, puntualiza el zamorano Javier Casaseca García, el profesor de la Escuela Superior de Restauración y Conservación de Bienes Culturales de Madrid.
El sorprendente hallazgo fue documentado por otro zamorano, el historiador y archivero Ángel Moreno Prieto, conocedor del enfrentamiento entre militares de Bonaparte y toresanos.
Un vestigio bélico que “decidimos conservar en las tallas”, explica el director de la rehabilitación de la escultura, una práctica interdisciplinar del máster de Conservación y Restauración en Europa impartido por la Escuela madrileña.
Los alumnos han recibido una formación transversal, con varias asignaturas implicadas como la de Materiales, Física, Química o Historia del Arte, todas ellas dentro de las prácticas parciales en torno a la restauración de este paso zamorano.
Pero el amplio trabajo impulsado en el año 2016 por este docente del grado en Restauración de Bienes Culturales ha resultado ser decisivo no solo para datar la obra de imaginería, sino para descubrir quién fue su autor.
Un descubrimiento que ha servido para desmontar la creencia de que la obra es de José de Lera y del año 1816. “Imposible, no existe ningún escultor ni en Zamora, ni en España con ese nombre”, subraya Casaseca.
La referencia histórica de Cesáreo Fernández Duro al artista cuando relata que la cofradía hizo una plataforma en ese año contribuye a mantener el equívoco, pero para entonces “las figuras ya existían”, agrega el profesor de Restauración de Pasos Procesionales.
La investigación sobre el paso primigenio de la hermandad zamorana, con la restauración prolongada durante seis años al desarrollarse a tiempo parcial con la intervención de 40 alumnos del grado y del máster, y profesores del departamento de Historia del Arte, determinó la autoría real. Y se desterró la idea sostenida durante casi tres siglos de que “era de un escultor menor por determinar”.
La indagación indica que el error sobre el nombre del escultor, que perdura durante más de tres siglos, se debe al “baile” de letras en el apellido del imaginero, atribuido a José de Lera cuando es del vallisoletano José de Larra Domínguez.
El autor: cuñado de los Chuirriguera
De Larra, asentado en Salamanca, residía en Zamora, como acreditan los múltiples retablos que dejó en la zona. El paso se corresponde con “una talla de 1715 o 1716”.
¿Qué motivó la estancia del escultor en la capital? “Era cuñado de los Churriguera”, los destacados artistas barrocos, “era su jefe de escultores”.
En esos años “ejecutaba el retablo mayor de la catedral de Zamora en madera, sustituido por el actual tras el terremoto de Lisboa. Como era un escultor tan famoso, los franciscanos le encargan el paso”.
Por otro lado, la policromía ahora recuperada, “tras un arduo trabajo”, es también típica del siglo XVIII. El paso se sustituye porque era muy pequeño y no gustaba, apunta Casaseca.
Al retirar los repintes a las figuras, "aunque aparece la policromía original muy desgastada, quedan dorados, estofados y policromía del siglo XVIII", de modo que coincide con la época en la que el autor trabajó.
A esa pista que coloca a los restauradores en el encuadre de la obra dentro del taller de José de Larra se suman "las técnicas que se usaron para esculpirla, como la formas de los paños, que tiene similitudes con las del sillar, los relieves, del coro de la Catedral de Salamanca" realizado por este artista.
Como una curiosidad, el burro y la borriquita tienen "las lanas marrones típicas del asno zamorano-leonés, el color del pelaje y la forma de reflejarlo como burros lanudos, coinciden con esa raza".
La palma escultórica o rizada que adornaba el paso, en la parte trasera y que aparece en las fotografías antiguas, se ha perdido. Se trata de "la misma palma que llevaba el obispo en la misa del domingo de Ramos, que creo que se elaboraba en Elche, una tradición que se perdió".
De la “muy buena calidad de la madera usada” da fe la falta de restos de carcoma en todo el conjunto, “a pesar de haber estado en varios sitios, algo que es muy difícil de encontrarse en un grupo escultórico”, expone el restaurador zamorano y licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid.
A punto de concluir el máster, el profesor y hermano de la hermandad de "La Borriquita" confía en poder completar la restauración de los dos santos y “en lograr pistas para recuperar las otras dos esculturas que han desaparecido y representan al pueblo”, para lo que hace un llamamiento a cualquiera que pueda conocer el paradero de las mismas.
La Cofradía de Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén de Zamora localizó el paso en Toro en los años 80 del siglo pasado, en la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina.
Sin embargo, "no había manera de recuperarlo, tuvieron que hacer en 1988 un escrito a la orden tercera de San Francisco, que es la propietaria, para solicitar la devolución", añade Casaseca.
El documento recoge la cesión en usufructo de "La Borriquita" a la hermandad de Zamora capital "para rescate y depósito en la iglesia que considere", pero no así la propiedad que continúa en manos de los franciscanos. En 2016 el paso regresa a Zamora y en diciembre se traslada a la Escuela de Restauración de Madrid para devolverlo al estado original. Este curso concluye el máster. Habrá que buscar alguna fórmula para terminar la restauración.