Sí, el número 12 de la rúa de los Francos en Zamora, esa casa señorial e histórica, con una fachada preciosa recubierta de ladrillo rojo, una gran casa, muy especial, con historia, con mucha historia. Seguro que con muchas vivencias ocurridas en la misma a lo largo de los años. Con muchas alegrías familiares. Con alguna que otra pena. Con multitud de vivencias, anécdotas, recuerdos, nostalgias, sentimientos... Hace esquina con la calle Moreno en cuyo lateral hay un enorme grafiti muy fotografiado por los turistas que transitan la zona.

Ese número 12 de la rúa de los Francos es la casa del doctor don Antonio Crespo-Neches (conocido amigable y cariñosamente también como "Totó", q. e .p. d.). Fue un buen médico, un excelente y valorado cirujano taurino, en cuyo mundo hablar de este doctor eran palabras mayores. Y dejó, entre otras y buenas cosas familiares, una buena herencia en la cirugía taurina como es la de uno de su hijo, el doctor Enrique Crespo Rubio, actualmente residente en Madrid donde ejerce a diario su profesión.

En plena Semana Santa, ese 12 de esa histórica rúa zamorana, comienzos del casco histórico de la ciudad, viene a ser un buen referente. Hoy, Viernes Santo, cuando los cristianos conmemoramos el entierro de Nuestro Señor Jesucristo, seguro que en sus cuatro balconadas se lucirán unas telas negras, de luto por tan señalado día. El paso por este lugar esta tarde del cortejo procesional de la Real Cofradía del Santo Entierro, el cortejo oficial de la Semana Santa zamorana, siempre es significado para mí desde hace muchos, bastantes años. El grupo escultórico del Retorno al Sepulcro, tantos años dirigido como jefe de paso por el doctor Crespo-Neches, tiene para el lugar un significado muy especial. En la actualidad este grupo tiene como jefe a Dacio, uno de sus ocho hijos.

Esa gran casa fue construida en el año 1908 y a la izquierda de su puerta principal se conserva, como una auténtica joya, una pequeña placa en la que figura quién vivió en ella : "Dr. Crespo Neches". Por favor, que se conserve, que no se quite, la observo como una auténtica reliquia cuando con mucha asiduidad, si a diario, paso por esa acera. Esos cuatro balcones que hoy, seguro, se cubrirán de negro luto, han lucido y lucirán durante todo el año las palmas del Domingo de Ramos. Allí permanecerán de un año para otro. En Navidad tendrán alguna que otra gala y por San Pedro no faltarán colgados los capotes taurinos. Y así un año y otro.

Doña Paloma Rubio Villamor, esposa de "Totó", en estos días una habitante más de la casa, estará acompañada por sus ocho hijos: Enrique, Santiago ("Chagui"), Dacio, Paloma, Mari Carmen, Pedro, Josué y Camino. El doctor Crespo-Neches falleció en el año 2010 (anoto que fue uno de los fundadores de la Hermandad de Penitencia-Santísimo Cristo del Amparo, conocida popularmente como la de las Capas Pardas) y recuerdo que un Viernes Santo, al paso por el lugar del cortejo procesional del Santo Entierro, en uno de los ventanales de la planta baja, el doctor Crespo-Neches, veía la procesión sentado junto al también malogrado y muy querido y valorado por mí don Manuel Rivera Lozano, destacado docente y director del colegio Arias Gonzalo ("Los Bolos"). Hora era y me alegro que el Ayuntamiento de Fermoselle le haya hecho recientemente el homenaje que se merecía por tantas y tantas cosas que hizo por esa población. Decía que viendo ambas personas la procesión, me acerqué con mí túnica y tapado lógicamente con el correspondiente caperuz para saludarlo. Le di la mano y le preguntó a su acompañante que quién era. Me hizo una satisfacción especial darle la mano, lo confieso.

El doctor Crespo-Neches se hizo cirujano por su tío carnal, don Dacio Crespo Álvarez, que fuera presidente de la Cofradía del Silencio Santísimo Cristo de las Injurias, de 1945 a 1955. Tenía la clínica en lo que actualmente es la "Casa de Ejercicios", en la plaza Arias Gonzalo.

Vaya en el día de hoy, Viernes Santo de 2016, mi pequeño homenaje de admiración y respeto al doctor Crespo Neches, a esa gran casa que rezuma historia por sus cuatro costados y que conserva recuerdos taurinos constituyendo un rico y variado museo. ¡Una joya! Y mi admiración por el cirujano, profesional íntegro y con muchos valores que el doctor Enrique Crespo Rubio, al que admiro y valoro. Y el 12 de la rúa de los Francos que desde muy pequeño tengo en mi mente como algo significado. Mi afectuoso saludo a toda la familia reunida un año más por Semana Santa y a doña Paloma, que la saludé junto a una de sus hijas en la festividad de San Pedro el pasado año, en el patio de cuadrillas del coso taurino de la calle de la Amargura de nuestra ciudad, en cuya enfermería ejerce en la actualidad, al igual que lo hizo muchos años su padre, el doctor Crespo Rubio. El número 12 de la rúa de los Francos es mucho, pero que mucho.