La mayoría de los datos que miden la salud, en todos los sentidos, de una sociedad resultaron negativos para Zamora en este 2016 que hoy termina. Una situación no menos dolorosa por reiterada y ante la cual cobran especial relevancia los indicadores positivos, que afortunadamente también los hay. Por ejemplo la recuperación económica de las empresas más fuertes, la mayoría ligadas a la agroalimentación; los excelentes resultados cosechados por los centros educativos en el tan comentado informe PISA, la progresiva, aunque insuficiente, reducción del desempleo o el moderado optimismo que desprende el sector del comercio acerca de las ventas o de campañas idóneas para el consumo, como la inminente de rebajas.

Todos estos factores juntos, sin embargo, fueron incapaces de contener la realidad más sangrante que afecta a Zamora: el continúo éxodo, la despoblación que amenaza con conducir la provincia hacia la irrelevancia. Solo un vuelco en los principales indicadores económicos puede propiciar un cambio de tendencia que fije población y conjure el peligro. Conseguir ese vuelco debe ser, así pues, el objetivo prioritario.

Las previsiones económicas del país para el próximo curso no son precisamente halagüeñas. Aunque, en todo caso, Zamora suele caminar a contrapié. 2017 debe ser el ejercicio en el que los 14.483 parados actuales -2.000 menos que hace un año- sigan reduciéndose hasta parecerse más a los 7.000 con que la provincia abordó la actual crisis. A ello puede contribuir la mejoría paulatina de los números en las empresas. La mayoría de las más relevantes, aquellas cuya facturación supera el millón de euros, han terminado el ejercicio con beneficios y, en general, todas tuvieron mejores resultados que en 2015. Huelga decir que, amén de las grandes factorías agroalimentarias, la senda correcta para la creación de empleo radica en los autónomos y pequeños negocios, que precisan mayor protección y seguridad.

El primer año de rodaje de la Alta Velocidad deja asignaturas pendientes, pero muchas noticias positivas. Los servicios desde Madrid a la capital comienzan a despegar, con un número creciente de viajeros que se desplazan por negocios o trabajo. La consolidación del tren vendrá de la mano de la necesaria ampliación de horarios, tanto para llegar a la capital madrileña antes de las ocho de la mañana, como para prolongar la estancia en el destino más allá de las seis de la tarde. Mirando al noroeste del país, la construcción de la vía avanza, aunque con los acostumbrados retrasos. 2017 ha de convertirse en el año de la llegada del AVE a Sanabria y poner así a Zamora a palmo de Galicia.

Con el avance crucial de las infraestructuras en la última década -solo está pendiente el desdoblamiento de la Nacional 122 con la frontera portuguesa- debería revertir ya en mejores datos turísticos. Es incomprensible que la tierra del románico urbano, de la Semana Santa y de espacios naturales únicos esté a la cola del país en visitas y pernoctaciones. La colaboración de las instituciones locales ha de focalizar los esfuerzos en incrementar la promoción, en luchar contra el desconocimiento del visitante de los auténticos valores que posee. Porque Zamora, en verdad, merece la pena. En este sentido, la concreción del proyecto del Museo de la Pasión es una asignatura demasiado importante para seguir pendiente.

Asimismo, los espacios naturales y reclamos internacionales como el lobo ibérico suponen una luz de esperanza. El primer año de apertura del Centro del Lobo en Robledo ha superado las expectativas. Dato que debe hacer reflexionar a la Junta de Castilla y León para encontrar el equilibrio con los problemas que causa la especie en la cabaña zamorana: los ganaderos necesitan sentirse protegidos y saber que, ante un ataque, habrá una respuesta económica inminente.

El éxito del complejo sanabrés debe igualmente impedir desafortunadas decisiones como el cierre de la Casa del Parque de Fermoselle, enclave turístico vital para Sayago. Además, Zamora necesita que sus recursos naturales se traduzcan en beneficios palpables y, en esto, influyen aspectos básicos como la prevención de los incendios -mejor y más rentable que la extinción- o una mejor regulación de la micología y su explotación.

En la capital, los proyectos que madura el Ayuntamiento generan importantes expectativas para 2017. La conclusión del Centro de Adultos, el inicio de las obras del futuro Centro Cívico en el "agujero" del Palacio de Congresos, la ampliación del Teatro Principal para acoger la Escuela de Música o el traslado de la Policía Municipal al edificio del Banco de España en primavera serán cruciales para que los ciudadanos perciban ese cambio de tendencia tan necesario.

¿Carece Zamora de talento para salir adelante? Los últimos resultados del informe PISA demuestran que no. Esta tierra siempre ha tenido y tiene una combinación de humildad, capacidad de trabajo y orgullo capaz de revertir el pesimismo. Lo que resulta inconcebible es que esos jovencísimos alumnos que han aupado la provincia a lo más alto de la educación del país asuman sin ambages que su carrera está necesariamente lejos de aquí. Zamora necesita a sus mayores talentos para conquistar el futuro y remontar datos como la caída de la población en la capital por debajo de los 64.000 habitantes. 2017 puede y debe ser el año del vuelco, el momento de truncar el camino hacia la irrelevancia y derrotar el diagnóstico del pesimismo.