Los representantes de la izquierda llenan constantemente sus discursos con la palabra "pueblo". "Somos los representantes del "pueblo"?", "estamos aquí para ayudar al "pueblo"?", "el "pueblo" nos ha dicho?", "el "pueblo" piensa?". Y así siempre. Se arrogan una y otra vez la legitimidad para hablar por cualquier ciudadano, ya sea de la capital más grande o de la más minúscula aldea. El "pueblo". La izquierda es el "pueblo". Los demás, especialmente quienes militamos y defendemos las siglas del Partido Popular, debemos ser unos entes colocados por no sé sabe muy bien qué o quién y que no nos enteramos de lo que pasa en el "pueblo".

Nos enteramos. Por supuesto que nos enteramos. Compramos en las mismas tiendas del barrio que cualquier otro vecino y paseamos por las mismas calles que pisa el "pueblo". Y nos preocupamos por sus problemas. Y procuramos darles solución y ser el altavoz de lo que precisan. Pero no somos tan arrogantes como para creer que lo que nosotros pensamos es lo que piensa el "pueblo" como siempre parece mostrar la izquierda en sus afirmaciones.

Y para muestra, lo sucedido el pasado domingo en las elecciones del 26 de junio. La izquierda lleva varios meses asegurando con su cantinela del "pueblo" que el Partido Popular no representa ni a los españoles ni, por supuesto, a los zamoranos.

Los resultados han sido evidentes. El "pueblo", la gente, habló como se habla en democracia. Expresó su opinión en las urnas. Buena parte del "pueblo" consideró que la mejor opción para España era la formación de un gobierno en el que el Partido Popular fuera mayoritario. La altanería con la que se ha manifestado, y manifiesta, la izquierda (la unida, la unida se puede y demás) debe comenzar a variar su discurso. El "pueblo" les ha vuelto a dar una lección en las urnas y ellos lo justifican considerando que el "pueblo" se ha equivocado. ¡Un poco de respeto al voto de los españoles!

Hablar por los demás, como acostumbra la izquierda, es algo tan peligroso como ineficaz. Un claro síntoma de totalitarismo: yo pienso así y así es como ha de pensar el "pueblo".

La ciudadanía es adulta, madura y sabe lo que hace cada vez que deposita un voto en una democracia. Tiene criterio propio. No necesita que nadie le diga lo que ha de hacer en cada momento. Y a eso ha de acostumbrarse la izquierda. Porque no tolera la crítica. Lo hemos podido comprobar esta misma semana con el alcalde de Zamora, con Francisco Guarido. Él siempre ha llevado al "pueblo" en sus discursos y siempre ha hecho referencia a que escucharía la voz de ese "pueblo". Sin embargo, el "pueblo" le ha dicho que las fiestas de San Pedro no eran las que la ciudad merecía. Es entonces, cuando la crítica se presenta, cuando ya no quieren escuchar al "pueblo". El "pueblo" solo les importa si les sigue su corriente. Y cuando el "pueblo" dice lo que al alcalde no le gusta es, a su juicio, porque el PP está instigando al "pueblo".

La superioridad moral de la izquierda le lleva a creerse en posesión de una verdad absoluta y se muestra siempre incapaz de realizar un sano y necesario ejercicio de autocrítica. Nosotros lo hicimos tras las elecciones de mayo de 2015. El pueblo ha hablado. Y ha dejado claro lo que quiere. Otros, sin embargo, seguirán creyéndose por encima del bien y del mal y continuarán pensando que lo que ellos opinan es casi un dogma de fe. El "pueblo" somos todos, no solo los que se las quieren dar de únicos representantes del mismo. Y el pueblo cada vez se cree menos las promesas de los falsos Mesías.

(*) Portavoz del PP en el Ayuntamiento de Zamora y senadora electa