Por todos es conocido el principal propósito con el que la señora Colau llegó a la alcaldía de Barcelona: erradicar los desahucios en la Ciudad Condal. Pues bien, un año después de ganar las elecciones no ha conseguido materializarlo. Y es que una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo. Una cosa es hablar desde el activismo y otra muy diferente gobernar. Les pasa a todos. Se les llena la boca de promesas y, llegada la hora de la verdad, pinchan. Claro que, algunos, ni pinchan ni cortan.

No aprenden la lección ni aunque repitan asignatura toda la vida. A doña Ada, el tiro le ha salido por la culata. El Ayuntamiento de la capital catalana admite y reconoce que en lo que llevan de mandato se han ejecutado 340 desahucios en hogares de la ciudad. Entre el 1 de julio de 2015 y el 9 de mayo de 2016, el Consistorio ha tenido conocimiento, a través de los servicios sociales y de los juzgados, de un total de 1.466 casos de familias vulnerables con fecha de desahucio a la vista. Tales expulsiones están motivadas por la ejecución de sentencias judiciales relacionadas con el impago de la hipoteca o del alquiler y, en algunos casos, por la ocupación de la vivienda. Desde julio del pasado año, salvo el parón estival de agosto, los desahucios han sido una constante y doña Ada no ha evitado ni uno solo. Es más, propone soluciones que emanan del dinero público y eso, señora mía, ni tocarlo.

Se habla mucho detrás de una pancarta. Se prometen muchas cosas cuando no se tienen responsabilidades de gobierno, pero cuando se toca sillón, los límites surgen como por generación espontánea. La señora Colau no pasará a la historia por haber impedido lo que prometió, pero sí por cosas que la dejan mal parada como la retirada de cuadros y bustos del jefe del Estado, su arrogancia ante unos militares que cortés y caballerosamente se acercaron a saludarla, en una feria, en la que los mayores "colocadores", los mayores creadores de puestos de trabajo son precisamente los militares, por ofender a los católicos con una pseudo oración peor que irreverente, o por molestar a la Policía con versos cargados de mala intención.

Esas y otras actuaciones, dan para un ratito en la prensa, muchos ratitos en el recuerdo de los ofendidos, y para nada más. Como leit motiv para formar parte del currículum no resulta nada aconsejable. Porque un día vuelven las aguas a su cauce y ni en los libros a favor ni en los libros en contra, ya que al fin y a la postre la vergüenza ante ciertas actuaciones acaba venciendo. Si nos hemos enterado de semejante fracaso o indolencia es gracias a un informe del Consistorio que fue realizado a petición del Partido Popular, en el que se detalla que también se han ejecutado desahucios en viviendas de titularidad pública, la mayoría de ellos ejecutados por "falta de pago".

Esta señora, gran demagoga donde las haya, sigue prometiendo lo que no puede dar o minimizando el fracaso apelando a que el desahucio se produce cuando se realiza un mal uso de la vivienda y nunca en casos de vulnerabilidad.