La naturaleza siente horror al vacío. Por eso tiende a llenar inmediatamente cualquier espacio libre. Si faltan los seres humanos, los huecos los ocupan otros bichos. Por ejemplo, y sin ir más lejos, los lobos y los topillos, que se han convertido últimamente en noticia por sus choques con los pocos agricultores y ganaderos que van quedando en el campo.

Lo de los lobos parece un folletín por entregas sin final feliz. Quien puede arreglarlo, o al menos tender puentes, mira para otro lado, da la razón a todos y no se moja. Como si fuera Rajoy, oiga. Me refiero, claro y sobre todo, a la Junta de Castilla y León. ¿Es tan difícil pagar pronto y en su justiprecio los daños causados por los cánidos? Sí parece, porque las indemnizaciones, si es que llegan, se eternizan, no suele valorarse el lucro cesante ni los perjuicios colaterales ni muchos otros flecos. Obviamente, los ganaderos prefieren que no ocurran las sangrientas lobadas, pero si se producen, lo lógico, lo normal, es que las instituciones reaccionen rápidamente y lo hagan con agilidad y justicia. Pues, no. Fotos, papeleos, certificados, preguntas, sospechas? Solo falta que le pregunten a las ovejas supervivientes si conocían a los atacantes y si pueden identificarlos en una rueda de reconocimiento. Eso desespera a cualquiera, casi tanto como seguir escuchando que tal vez sean perros asilvestrados y, entonces, ah, amigo, yo no he sido, no tiene usted derecho a nada, lo siento? Llevo muchos años en contacto con el campo, me he criado en un pueblo, vivo ahora en otro y jamás de los jamases he visto un perro asilvestrado y mucho menos una manada que pueda destrozar una piara. Pero, amigo, los que están en los despachos ven perros asilvestrados por doquier. Será que los tienen cerca.

Así que si al ganadero le pagan poco, tarde y mal los daños, va contra las alimañas como una fiera. Y ahí choca con los ecologistas y con las normas que protegen a los lobos y que están respaldadas por Europa. ¿No se pueden compatibilizar todas las posturas? Creo que sí, pero para ello hace falta hablar y que haya un árbitro, la Junta, con autoridad, sensatez, criterio y ganas de solucionar el problema; es decir que haga algo. Y que pague. Lo demás es hacer el don Tancredo para ver desde la barrera como se despedazan entre sí las organizaciones agrarias y los grupos ecologistas. Y, al final, ni se conserva la ganadería extensiva ni se aprovecha el tirón turístico que puede tener el ser la provincia española con más lobos de cuatro patas.

La historia de los topillos tiene también su guasa. Parece que habíamos aprendido del follón de hace unos años. De eso nada; hemos vuelto a tropezar en la misma piedra. Y no será porque no lo advirtieron los agricultores. Pero en la Consejería, y en la de Medio Ambiente, andaban a otros menesteres. ¡Con lo fácil que hubiera sido autorizar en otoño quemas controladas! ¿Qué daño se podía haber hecho por chiscar cunetas y perdidos rodeados de barbechos, viñas, aradas o rastrojos? Ninguno. Solo a tipos que no han pisado el campo en su vida, pero que deciden sobre él se les ocurre pensar en catástrofes ecológicas por prender unas hierbas cercadas por tierras. Pasó el tiempo, los topillos han criado a placer sin ser molestados y ahora, cuando ya truena, nos acordamos de santa Bárbara. Y ya andamos a vueltas con el veneno para, ahora sí, contaminar el terreno, llenarlo de elementos insalubres y que quede ahí mientras los roedores, como ya sucedió antaño, desaparecen por sí mismo y no por la acción del veneno. Claro que si la plaga se extiende siempre nos quedará la opción de contratar, como hace unos años, a un topillero australiano-alemán para que por un pastón nos diga que el bicho tiene un rabo largo, un hocico raro y ojos profundos. Tiempo al tiempo.

Lobos y topillos van llenando el vacío que dejan aquí las personas. Nos despoblamos. Bueno, eso creemos algunos. Sin embargo, parece que los empresarios zamoranos no piensan lo mismo. Lo digo porque el pasado martes los presidentes de las patronales de Soria, Cuenca y Teruel se presentaron en Madrid para entregar a los presidentes de la CEOE y de la Cepyme un informe en el que piden a la Unión Europea ayudas para luchar contra la despoblación en estas tres provincias. El documento, elaborado por un catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Castilla-La Mancha, aboga por constituir una asociación de los tres territorios para acceder a beneficios para zonas escasamente pobladas. ¿Y los empresarios de Zamora? A ver si acaban de pegarse entre ellos y andan al loro en estas cosas.

Otra sorpresa desagradable nos la trajo el paro de enero. Casi 600 desempleados más y un montón de afiliados menos a la Seguridad Social. Parece increíble que siendo tan pocos aumente tanto el paro. Sin embargo, nuestras ilustrísimas siguen diciendo que la cosa se va encauzando y que la mejoría es palpable. Pues nada, de victoria en victoria hasta la derrota final. El día que coticen los lobos y los topillos rompemos la pana. Se lo digo yo.