Pero no solo la carne humana, la carne de pecado, la otra carne, la que ingerimos en la mesa es tanto o más enemiga del hombre que la propia. Pues no que me cojo una revista especializada y me entero de que si todo el mundo se decidiera a no comer carne más de dos o tres veces a la semana, podrían salvarse más de 45.000 vidas al año. Es una barbaridad. No alcanza a las cifras del tabaco y de otros enemigos de nuestra salud en la sociedad actual, pero sin embargo no hay que tomársela a broma. Cuarenta y cinco mil almas muy bien podría ser la población de Zamora capital.

Tome nota para no incurrir en error de mantener un régimen alimenticio negativo para su salud. La adopción generalizada de regímenes alimenticios pobres en carne haría que 31.000 personas dejaran de morir prematuramente por causa de enfermedades del corazón, otras 9.000 de cáncer y 5.000 más de derrames cerebrales. Nos han jorobado. Sobre todo a los que junto a las hortalizas y verduras nos gusta hincarle el diente a un buen filete de ternera de los que vende en el mercado Luis Miguel Romero; a una paletilla de riquísimo cordero lechar de las que prepara Fernando García o a un pollo o uno de los riquísimos conejos que vende el señor Félix, también en el mismo recinto.

A los y a las que nos gusta comer carne, sin pasarnos, nos han hecho la puñeta con esta noticia que se torna un tanto desagradable por esa fatal circunstancia ligada a su consumo. En la diversidad está la gracia. Ser solo vegetariana tiene que ser, con todos mis respetos, la mar de aburrido. Como tiene que serlo el hecho de consumir solo carne. Aunque la carne tiene su aquel, no me diga que no. Habría que desterrar de nuestra dieta la carne elaborada industrialmente porque su ingestión posiblemente implique el consumo de más grasas saturadas o sal que la ingesta oficialmente recomendada. Y ya sabemos que el exceso de sal tampoco es nada bueno para el motor humano, es decir, para el corazón.

Menos mal que los expertos tampoco dicen un no rotundo a la ingesta de carne. Simplemente instan a la población a no comer carne más de dos o tres veces a la semana. Con una ingesta semanal que no exceda de los 210 gramos en total, me explico: el equivalente a media salchicha al día. Los que no somos de medias si no de enteras lo vamos a pasar francamente mal. Pero tampoco es tan drástica la recomendación. Carne, sí, pero de forma moderada.

Algo hay que hacer, sobre todo si se pueden salvar tantas vidas como se anuncia. Darle más al vegetal, al pescado y a la fruta nos puede ahorrar muchos disgustos y parte de la factura sanitaria que está por las nubes. Y no quiero dar pistas no vaya a ser que a alguna lumbrera se le ocurra pensar en empezar a cobrar por girar visita de cinco minutos al médico de cabecera o al socorrido servicio de urgencias.