En junio de 2007, Pedro se ordenó sacerdote. Sus destinos eran Videmala, Cerezal de Aliste y Castillo de Alba. Sin embargo, la repentina muerte del párroco de Monfarracinos Braulio Joaquín en agosto de ese mismo año cambió su rumbo. Entonces, Juan Luis le dijo: "Durante este mes de agosto, hasta que en septiembre se nombre cura a Monfarracinos, vas tú a colaborar".

Pedro aceptó. Y lo que en principio fue una mera sustitución se convirtió en una década de dedicación. Paradójicamente, quien le había animado a realizar la suplencia de forma temporal ayer le relevaba en la iglesia de San Martín de Tours. "Ahora cambian las tornas", bromeaba dirigiéndose a Juan Luis tras su toma de posesión.

En un emotivo discurso, Faúndez Mayo reconocía haberse sentido desbordado por las muestras de afecto y de cariño de los feligreses en los últimos meses al conocer su marcha después de que el obispo anunciara el pasado mes de junio su nombramiento como nuevo rector de los Seminarios Mayor y Menor Diocesanos, y director del Secretariado Diocesano de Pastoral Vocacional, además de continuar como vicario judicial adjunto.

"Como muchas veces os he dicho medio en broma pero que es verdad, no me voy, me llevan", puntualizaba entre sollozos. "Cuando nos ordenamos lo hacemos con la disponibilidad y obediencia al obispo para el bien de la Iglesia", explicaba.

Tal y como él relataba, durante diez años ha llevado el apellido de la localidad. Cuando hablaba por teléfono y le preguntaban quién era, él respondía: Pedro, el de Monfarracinos. "Así lo he sentido durante estos años", expresaba con la voz rota por la emoción. "Habéis ganado mi amor, uno es lo que es por donde vive y con quien vive", enfatizaba comparando su discurso con una de las cartas que Pablo dirigía a los Tesalonicenses.

Asimismo, Pedro lanzaba un alegato en defensa de las costumbres y de la libertad de culto: "No se avergüencen nunca de la fe que les han transmitido los suyos así como de sus tradiciones como San Antón y San Blas, las águedas, los quintos o San Martín. No olvidemos nunca el porqué se hacen las cosas, no perdamos nunca lo que nos transmiten los mayores para que sepamos transmitirlo y para que sepamos también actualizarlo".

Siempre en constante aprendizaje desde que se le encomendó la parroquia, en estos diez años también ha promovido numerosas iniciativas solidarias, viajes, peregrinaciones, campamentos y un largo etcétera de actividades que era reconocido por los fieles durante su última eucaristía en los versos leídos por Vicente Gelado, quien también aludía a la inocencia del principiante: Perdona D. Pedro/, si entramos en detalles/, eras joven y por ende aún ingenuo/, y no tuviste otra ocurrencia/ que prestar para peña tu garaje/. Además los mozos, ¡qué ocurrencia!/ le pusieron por nombre a la peña/ "El jardín del Edén", ¡qué desvergüenza!/ Aplicaste al hecho el evangelio/ y siguiendo la voz de tu conciencia/, dijiste para ti, con tu sapiencia/: ¡Una y no más Santo Tomás/!

Un prolongado aplauso por parte de la feligresía puso fin a las palabras del querido párroco antes de ser obsequiado con un ordenador sufragado de forma voluntaria por los vecinos. En los últimos días, uno de ellos le dijo: "No nos olvide". Y él le respondió: "No se preocupe, siempre estaréis dentro de mí, es así, sois también una parte de mi vida [?] Seguiremos estando cerca, nos seguiremos viendo". Como recitaba Gelado, lo de ayer no era una despedida, ni un adiós, ni nada de eso don Pedro, solo era eso, un hasta luego.