Ocho ovejas muertas, algunas comidas en gran parte y otras solo degolladas o con serias dentelladas en el cuerpo, es el resultado de una lobada perpetrada anteanoche en una explotación de ovino de la dehesa de La Carva, en el término de Pereruela.

Los lobos realizaron la matanza tras adentrarse en una finca cercada que tiene por margen norte el mismo río Duero. Los agentes medioambientales certificaron ayer que la degollina había cometida "por lobos" y no por perros asilvestrados.

Los encargados del cuidado del ganado exigieron a los forestales que no demoraran la visita porque de lo contrario "solo se encontrarían con los huesos", pues los buitres ya sobrevolaban a primera hora el escenario al corriente de la carne muerta existente en Arribes del Duero.

El malestar de los trabajadores era más que evidente, y calificaban de "vergüenza" que los ganaderos tuvieran que sufrir estos pesares. El extremeño Manuel Tejero señalaba que el día anterior vio "cuatro lobos al acercarse a las 6,30 de la mañana al hatajo que tiene en otro punto cercano, y los lobos se fueron porque me vieron llegar con la moto". "¡Esos son los que atacaron luego a este otro grupo de ovejas!" asegura.

"Es una pena", expresan a la par Tejero y Gonzalo Hernández, mientras contemplan, una a una, las reses muertas y tendidas a lo largo y ancho de la finca. "Esta vez se puede demostrar, porque es una finca limpia y hemos llegado a tiempo, pero cuando ocurre en el monte, que no encuentras nada, que ves que desaparecen ovejas, que sabes que es por obra de los lobos, ahí quedas" manifiestan.

Ampliar la zona de caza

"Aquí sabemos que están los lobos todos los días, porque los vemos. Estos es un festín" expresa Manuel Tejero. En su criterio, la Administración "tiene que ampliar la zona de consideración del lobo como especie cinegética en una franja del sur del Duero". No entiende que solo unos metros al norte, a partir de la otra orilla, el lobo pueda cazarse y tener un control más estricto.

Hernández y Tejero no tienen dudas de que el Duero es más que vadeable para el lobo por la poca distancia que existe de una a otra orilla.

La lobada ocasiona un verdadero trastorno, nada más tropezarse con el siniestro. La desazón de ver ovejas muertas por uno y otro lado, y el tener que llamar a Medio Ambiente, al seguro, al servicio de recogida de animales muertos y estar todo el día pendiente del caso. Los ánimos de los trabajadores de la explotación estaban calientes ayer. "No compensan con el pago porque, si una oveja muerta está preñada, ya entras en pérdidas.

"Una vez que ocurre una lobada todo son problemas y pérdidas: papeles para arriba y para abajo, estar pendientes de que las alimañas no coman las ovejas muertas, de que los peritos justifiquen el caso, de llamar a unos y otros".

Hernández expresa, además, que "el resto de los animales se alborotan al correr de un lado para otro y pueden abortar. Están con miedo, pasan mil cosas". Subraya que "la finca está alejada de las zonas de cultivo, pero si un día se van para el sembrado de alguien, por causa de los lobos, el seguro no cubre los porque pueden decir que las has metido y resulta que todo es consecuencia de los lobos". Simbad, el mastín que acompaña al hatajo, andaba ayer renqueante y cojo por la zona.

La única oveja del hatajo que permanecía sin esquilar fue una de las víctimas de los predadores. Su lana aparecía diseminada por las proximidades. Pero la estampa era un tanto dantesca porque otras mostraban sus vísceras a la intemperie y, debido al calor sofocante reinante, las moscas formaban una plaga en la zona.

"La solución es muy fácil: que autoricen matar el lobo, que la Junta controle los ataques, que esté pendiente de donde esté el lobo y, si ve indicios, que ponga remedio, que lo alimento, lo mate o lo ahuyente. El lobo y el ganado no pueden convivir. No es que los ganaderos no queramos convivir con el lobo, es que el ganado, por instinto, no es capaz de convivir con el predador. Es un perjuicio para ganaderos y agricultores, que somos los que sacamos a España adelante".