La población de Fermoselle entró ayer en el ciclo de las romerías y festejos populares, y lo hizo con religiosidad, con folclore y con el aliciente de la gastronomía, que son elementos que están presentes en las manifestaciones de mayor significado de la villa. La romería de San Albín centró ayer el interés de los fermosellanos, que cumplieron con la tradición asistiendo primeramente, a las once de la mañana, a la celebración de una misa en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El hecho de que los devotos abarrotaran el gran templo revela el seguimiento de los partidarios y que San Albín tiene un verdadero ascendente en la villa. Seguidamente, la población disfrutó de los aperitivos por los bares de la zona como corresponde a las jornadas festivas, aunque ayer también se hizo notar que la tradicional romería coincidió con un día de trabajo porque algunas personas no pudieron menos que atender sus ocupaciones laborales, al menos, durante el horario de trabajo.

Los tamborileros de Fermoselle aprovechó la ocasión para festejar San Albín con una paellada, ya que fue uno de los colectivos encargado de ambientar con su música el folclore de la tarde, cuando realmente la población se acerca a la ermita del santo para cumplir con el resto de las ceremonias y disfrutar de la gastronomía típica de este día, donde siempre fue costumbre el hornazo y el huevo cocido. Fue en la ermita de San Albín donde, por la tarde, se rezó el rosario y se compartió una atmósfera de romería con todos los ingredientes.

Por otra parte, los actos conmemorativos de la festividad de la Virgen de El Puente de Sanabria culminaron ayer con la misa mayor en honor de la patrona en el interior de la iglesia parroquial. Una lluvia inoportuna impidió que la procesión recorriera la calle central del mercado en un día festivo para vecinos y comercios que se sumaron mayoritariamente a la celebración en el interior del templo.