Los espárragos silvestres son uno de los productos naturales que los fermosellanos aprecian y gustan de poner sobre la mesa en las fechas primaverales.

Ciertos enclaves del Parque Natural Arribes del Duero, distinguidos por las cálidas temperaturas y el suelo adecuado, favorecen la fertilidad y el brote de estos escogidos y gastronómicos tallos, que despuntan con cierta elegancia entre la comunidad de plantas y flores que confieren al espacio protegido un atractivo y cromatismo encomiable.

El espárrago silvestre tiene sus muchos adictos, que en algunos casos coinciden con amantes de la micología. Aprovechan los recursos naturales para acompañar la recogida de los digestivos espárragos con la recolección de setas de cardo. Son personas que conocen los aprovechamientos silvestres y que destinan la cosecha para el consumo doméstico. «El espárrago y la seta es un plato rico» expresa Francisco Robles, uno de los recolectores.

En estas soleadas fechas vacacionales de Semana Santa la villa de Fermoselle incrementa su demografía y «la eclosión del espárrago coincide con la eclosión de gente que sale al campo», en palabras de Robles, amante del mundo natural y sus valores. Defiende «la recogida sostenible» del producto así como efectuar la recogida «de forma correcta». Afirma que el espárrago silvestre se regenera muy rápido y, aún es más rápido «con la luna llena».

José Montero es otro de los fieles de este producto natural y, conocedor de los parajes, también está entre los que dedica un tiempo para disfrutar de los encantos del arribanzo y, al tiempo, cosechar unos manojos de este apetitoso tallo para degustarlo con placer en casa.

Los espárragos silvestres emergen en terrenos de muy diferente acomodo, y este año lo hacen prolíficamente porque las lluvias y el buen tiempo que acompaña han impulsado la aparición. No es un producto nuevo, puesto que es conocido desde hace generaciones, pero, al igual que ocurre con las setas, ha adquirido una importancia cada vez mayor entre las gentes de la villa.

Con ser inconfundibles, constituyen una planta más dentro del Espacio Protegido de Arribes del Duero, que desde la llegada de la primavera se muestra como un verdadero cuatro de la naturaleza pletórico de vida. Son muchas y muy diferentes las plantas que dan color y olor al campo fermosellano en un momento del año en que también suman cuanto puede la diversa avifauna que alegra la zona.