"Vamos a ver qué ocurre", ha resumido la química Inmaculada González con la clásica curiosidad investigadora, apoyada en la iniciativa del propietario de Ibéricos Javier, Francisco Javier Ruiz, quien planteó esta aventura por pura intuición y también para acreditar científicamente lo que en la práctica le decían los clientes: que esta alimentación funciona para obtener un producto mejor que el que hasta ahora se ofrece a los consumidores. Este agricultor, ganadero y empresario aspira a contar con una etiqueta que acredite que sus productos ibéricos tienen unas condiciones especiales, son más saludables que los obtenidos de procesos de engorde industriales y por lo tanto pueden responder a un nicho de mercado de consumidores interesados en este tipo de productos.