Sucesos en Zamora

La justicia, en entredicho: una huella 004, la máquina de chicle y los asaltos en bares de Zamora

Un distribuidor y técnico de la expendedora, acusado del robo de tragaperras reventadas por varias personas sin identificar

El industrial zamorano responde a su abogado en el juicio.

El industrial zamorano responde a su abogado en el juicio. / S. A.

Una sola huella entre más de una decena numerada como 004 en el informe policial, hallada en una máquina de chicles en un bar asaltado en Quiruelas de Vidriales, ha sentado en el banquillo de los acusados a un zamorano doce años después de este robo con fuerza y otro ocurrido en un establecimiento de Mózar. El industrial se enfrenta a dos años de cárcel a petición de la Fiscalía de Zamora.

Hasta ahí todo tendría su lógica si no fuera porque este zamorano es, precisamente, el propietario de esa expendedora de chicles, el industrial que desde hace 22 años distribuye y arregla estas máquinas. Y porque su principal seña de identidad no aparece en el resto de las expendedoras sustraídas esa madrugada, llenas de huellas dactilares: ni en las tragaperras, ni en las de tabaco, en las de bolas, ni en la registradora que los ladrones abandonaron en un camino de madrugada. Allí las localizó la Guardia Civil tras los asaltos al negocio de Quiruelas y a otro de Mózar, donde una vecina logró ver a cuatro individuos desde su ventana que no pudo identificar, "no les vi la cara", manifestó ayer en el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal.

El posible error judicial

La rocambolesca historia sorprendía ayer, incluso, a uno de los hosteleros perjudicados por los ladrones. "¿Qué haces tú aquí?", le preguntó al acusado para mostrar su asombro cuando le indicó que era uno de los dos procesados por los robos y el único localizado. La misma cuestión se plantea el autónomo imputado por la larga pena de banquillo sufrida sin que nadie haya barajado siquiera la posibilidad de se haya producido "un error judicial que se mantiene durante estos años" de instrucción en el Juzgado número 2 de Benavente, manifestó ayer su abogado, alegó el abogado, Roberto Gómez Calles, en sus conclusiones ante el juez.

Se trataría de un error "grave", apunta el letrado que sostiene la inocencia de su cliente para acudir al principio de "in dubio pro reo": cuando existen dudas y no hay pruebas contundentes, el juzgador o juzgadora debe favorecer al imputado. No ha sido el caso. Este industrial permanece señalado por la justicia mientras el otro imputado en los robos con fuerza, de iniciales C.C., está en busca y captura tras ser procesado porque sus huellas están estampadas en las máquinas sustraídas. Se trata de un varón con antecedentes penales. El resto de señales dactilares pertenecen a otras dos personas que la Guardia Civil no se han podido identificar y, por tanto, localizar.

La Fiscalía mantiene la petición de prisión para este autónomo zamorano, a pesar de las pruebas aportadas por su letrado, "todas las facturas de las máquinas que demuestran es quien las compra y las mantiene" tras distribuirlas por los bares. La conclusión para el industrial y su abogado es clara: es normal que la huella esté en la máquina de chicles sustraída por los cacos porque las instala y las arregla.

El dueño de uno de los bares asaltados confirmó que era la persona que acudía a arreglar las averías. La testigo de otro robo, que vio cómo los ladrones abandonaban Mózar con una máquina en el capó y otras en el maletero, no pudo reconocer al hombre que ayer fue juzgado. La imputación del zamorano se asienta en "presunciones y sospechas", alegó el letrado, "mi cliente es un industrial acreditado, los hechos son falsos".

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