Natalia Labourdette | Soprano que actúa en el Festival Little Opera

"El público no se crea si solo va una vez al año a la ópera"

"Me gusta sorprenderme con lo que me vaya llegando, así no hay tanto margen para la frustración"

Natalia Labourdette | Soprano que actúa en el Festival Little Opera

Natalia Labourdette | Soprano que actúa en el Festival Little Opera / TOMMASO TUZJ

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

Su primera actuación como soprano profesional ocurrió cuando solo tenía 23 años. Siete años después, Natalia Labourdette se subirá al escenario del Festival Little Opera para participar en la gala de clausura este domingo. La crítica califica su voz como "un cascabel de oro en la garganta, de soberbias lecturas llenas de agilidades". Una voz que quiso dedicar a los musicales, antes de que la ópera se cruzara en su camino cuando estudiaba canto y cambiara completamente de registro.

–¿Con qué repertorio llega a su primera participación en el Festival Little Opera?

–Voy a interpretar "La cantata del café", de Bach y "La canterina", de Joseph Haydn. Es un programa que, en principio, parecen obras independientes, que no tienen mucho que ver. Pero, en realidad, están hablando de lo mismo. En la primera, interpreto a una hija a la que su padre no le quiere dejar tomar café en la época en la que se comenzó a poner de moda su consumo. Pero ella quiere esa libertad de poder elegir, el café simboliza la independencia. En la segunda, la pareja es una madre con su hija, a la que interpreto. Esta pareja está compinchada para mantenerse por sí mismas, sin la compañía de un hombre. Así que, en realidad, ambas obras tienen más similitudes de las que parece a primera vista.

undefined

–¿Había oído hablar de este particular festival antes de formar parte de él?

–Sí, hace algunos años, porque nuestro mundo es bastante reducido y por las redes sociales ves donde van los colegas. En mi caso, fue mi amigo Pedro Bartolomé el que me habló de él tras haber dirigido en Zamora una gala lírica, con la participación de Sofía Esparza y Rubén Amoretti. Fue ahí cuando empecé a indagar sobre este festival, descubriendo que más colegas habían actuado y me interesé por él.

LA SOPRANO NATALIA LABOURDETTE

LA SOPRANO NATALIA LABOURDETTE / Julia González Yánez

–¿Qué le sugirió esa primera impresión?

–El nombre, de primeras, me resultó adorable. Me explicaron que se trataba de un festival que presentaba en una ciudad donde no hay temporada de ópera, con piezas de pequeño formato en agosto. Me gustó mucho la idea y cuando Conchi Moyano me llamó, acepté sin dudarlo.

Apoyo estatal

–¿Cree que todavía son necesarios este tipo de eventos para dar a conocer la ópera al público en general?

–Creo que son muchos factores los que se ven involucrados a la hora de dar a conocer la ópera a todos, empezando por la necesidad de crear subvenciones por parte del Estado para desarrollar esta actividad cultural. Un festival está muy bien, pero, al final, si no hay una subvención, no tienes de dónde sacar para hacer una producción donde puedas permitirte que haya una calidad y una puesta en escena dignas de ver. Disponer de todo eso requiere mucho esfuerzo y, por ende, bastantes fondos.

Mi amigo Pedro Bartolomé me habló del festival tras haber dirigido una gala lírica

–Al menos este tipo de festivales hacen parte de esta labor.

–Estos festivales están muy bien, pero hay que conseguir subvenciones para que se pueda disponer de una oferta toda una temporada. Ir a la ópera una vez al año no es suficiente, de hecho, aconsejan que para crear un hábito hay que mantenerlo durante 21 días. Aunque con algo relacionado con el ocio no se exija tanto, las personas que no tengan cerca la opción de la ópera deben disponer de algunas oportunidades, que no haya trabas añadidas de desplazamiento a otros lugares, de gastos extra de alojamiento o de transporte. Lo que hay que hacer es, aparte de mantener los festivales, intentar que se desarrolle una temporada de ópera o de música teatralizada. El público no se crea si solo va una vez al año a los espectáculos.

Su encuentro con la ópera

–En su caso particular, ¿cómo entró la ópera a su vida?

–De pequeña tocaba el violín y cantaba, pero con un estilo pop. Estudié en el conservatorio el grado medio de ese instrumento y me empezaron a interesar los musicales, por lo que decidí hacer la prueba de acceso a canto para aprender otros estilos. Lo que quería era saber más sobre la técnica, porque, aunque hubiera nacido con la capacidad del canto, sabía que tenía que haber algo más. Entré en canto con la intención de adquirir todas las herramientas posibles para luego poder elegir cuáles usar para cantar musicales.

–Pero su destino parece que fue otro.

–Cuando empecé a estudiar un poco, apareció la ópera y vi que me gustaba muchísimo más. Además, ahora soy bastante más movida, pero antes tenía la sensación de que bailaba mal y en los musicales se requería baile. Así que fue también una traba mental que actuó de aliciente para que mirara definitivamente hacia la ópera. Y todo eso con tan solo 18 años.

–Sería entonces una afición que no podría compartir con sus amistades, ¿se extrañaban del camino que había elegido?

–Más que a mis amigos, les sorprendió a los de mis padres y a los conocidos, que sabían que tocaba el violín, pero no que cantaba. Yo estudié canto en Berlin y cuando regresaba y explicaba lo que estaba haciendo, les llamaba la atención.

Joven debut

–¿Qué recuerda de su debut en 2016?

–Tenía 23 años y tenía muchos nervios. Sobre todo por la preocupación de que me pudiera olvidar de algo, aunque lo tenía muy estudiado y preparado con tanto ensayo. Pero ahí estaba la duda y se planteaba un drama en mi cabeza. Una vez que te ocurre y sabes salir del paso, no te preocupa tanto. Obviamente, lo ideal es no equivocarse, pero lo cierto es que no somos máquinas y en un recital con treinta canciones y con textos distintos, puedes cambiar una palabra. Antes en mi cabeza había una auto imposición de que no podía pasar, pero la experiencia me ha hecho ser de otra manera y saber solucionarlo sin que el público se dé cuenta.

LA SOPRANO NATALIA LABOURDETTE

LA SOPRANO NATALIA LABOURDETTE / Tommaso Tuzj

–La ópera le ha permitido recorrer diferentes escenarios, ¿cómo se vive esta música en el resto del mundo?

–Sobre todo puedo hablar de Alemania, Austria o Suiza. Allí hay más público porque también hay más temporada de ópera, está mas normalizada. Si vas a algún festival importante como el de Salzburgo, la gente acude muy elegante, pero en lugares como la Deutsche Oper Berlin, por ejemplo, el público puede estar en deportivas y vaqueros, porque es algo que está muy insertado en su cultura, de alguna manera se desmitifica. Que haya más posibilidades de ir, precios más asequibles y mucha más oferta hace que si les llama la atención, se acerquen sin problema.

La rutina de una profesional

–¿El día a día de una soprano del siglo XXI está muy alejado ya del halo de las divas de otros tiempos?

–Tampoco sabemos cómo era el día a día de aquellas grandes divas que han permanecido a través de la historia. Yo, por ejemplo, odio madrugar (risas), pero una vez en pie, mi día comienza con el trabajo de organización de vuelos y reservas de hotel para las citas que tenga. Después, me pongo a cantar unas dos horas, de doce a dos, para no molestar a los vecinos. Tras la comida, me dedico a lo que denomino trabajo de mesa, que es básicamente aprender los textos e investigar el programa de la actuación que esté preparando. Y siempre intento terminar el día haciendo algo que me guste, ya sea deporte o quedar con mis amigos.

Una subvención estatal permitiría producciones de calidad y puestas en escena dignas

–¿Cómo se cuida una profesional como usted la voz?

–No hago nada en especial más allá de no beber alcohol o tomar picante o una cena muy abundante por la noche, para tener un buen descanso de ocho horas que intento cumplir siempre. Pero no hay una rutina que haga para cuidarme la voz en particular. Considero que para estar en forma vocalmente lo que hay que hacer es cantar a diario, dormir bien y beber agua, además de estar activo, porque para cuidar la voz hay que cuidar el cuerpo en general.

Mejor sorpresas que sueños

–¿Tiene algún sueño pendiente de subirse a algún escenario o compartirlo con alguien que admire?

–Intento no pensar mucho en eso, porque me gusta sorprenderme, lo que vaya llegando, bienvenido sea. Así la sorpresa es mayor y no hay tanto margen para la frustración, que ya bastante se tiene que lidiar con ella en esta profesión, junto con la incertidumbre.

Suscríbete para seguir leyendo