Ángel Blanco, subdelegado del Gobierno en Zamora, se inclina por la colaboración conjunta de todas las administraciones e instituciones para luchar contra la lacra que supone la violencia de género, con la educación como herramienta esencial para que los jóvenes no retornen a épocas pasadas, validando actitudes y acciones propias de otros tiempo más oscuros. De la misma forma, manifiesta su completo rechazo por los discursos que niegan la existencia de la violencia machista y anima a las víctimas y a su entorno a denunciar.

–Pese a los años de lucha contra la violencia de género, y los medios y herramientas para hacerle frente, el fenómeno no desaparece ¿qué está pasando?

–Es verdad, se lleva muchos años luchando, hay un Pacto de Estado, y herramientas como la financiación por parte del Gobierno de España a los ayuntamientos para hacerle frente. En el Ayuntamiento de Zamora se ha pasado de recibir 12.000 euros a 70.000 este año. Además, se sigue trabajando en concienciar y sensibilizar a la sociedad, y todas las administraciones e instituciones estamos unidas y coordinadas, pero no ha desaparecido. Aunque, lo que si es cierto es que las denuncias han aumentado, se denuncia más ahora, incluso casos de hace varios años, cuyas víctimas se deciden y denuncian ahora. Por tanto, no creo que haya más violencia de género, sino que estamos acercándonos un poco más a la realidad.

La ayuda tiene que ser a todos los niveles, psicológica, económica e integral

–¿Hay más confianza por parte de las víctimas de violencia en la justicia y las instituciones?

–Cuando las mujeres dan el paso, el sistema no puede defraudarlas. Sigue costando trabajo que confíen en nosotros, y si las fallamos no hay vuelta atrás. En los últimos años se ha mejorado bastante en ciertas garantías, como a los derechos que puede acogerse una víctima de violencia de género, que antes precisaban de una resolución judicial, cuando ahora puede empezar a hacerse desde los servicios sociales para aportar medios a las mujeres que lo necesitan. La ayuda tiene que ser a todos los niveles, psicológica, económica e integral, porque normalmente, cuando denuncian la situación ya es límite.

–¿En qué situación se encuentra la igualdad en el panorama actual?

–La mujer sigue siendo mucho más vulnerable a gran cantidad de factores como la violencia, al acceso al mercado laboral, a la hora de progresar en este, en los salarios, la precariedad, el reparto de las labores domésticas y los cuidados, etc. La igualdad efectiva todavía no existe y, sobre esto, si se atiende a términos económicos, su existencia supondría un aumento del 15% del PIB.

Que se sientan arropadas por el entorno es un factor clave para que acudan a denunciar

–¿Cuál es el tipo de denuncia más habitual que se registra en Zamora?

–Las denuncias por violencia física y psicológica. En los casos de violencia física nos preocupa que, en un porcentaje muy alto, ocurría delante de niños. En cuanto a la psicológica, las amenazas son claras. Pese a la suma de ambos tipos, hemos visto a muchas mujeres que les costaba dar el paso y denunciar, aun cuando eran casos sumamente claros. Aunque, por el contrario, si apreciamos que hay una mayor implicación y apoyo por parte de las familias. Que se sientan arropadas por el entorno es un factor clave para que acudan a denunciar.

–¿Cómo evoluciona en el ámbito rural?

–Antes se consideraba la violencia de género como algo de ámbito privado, eso ha cambiado, es una cuestión pública, que afecta a toda la sociedad, y en las zonas rurales también es algo que ha cambiado. Hay muchas mujeres mayores que han sufrido violencia y no lo han denunciado porque lo entendían como algo normal, han tenido que pasar muchos años para que puedan darse cuenta de que no lo es, de que eso es violencia. Lo mismo sucede en otros ámbitos, el papel de la mujer rural ha sido fundamental, es la que hacía todo, atendía al hogar, a sus hijos, padres, el negocio familiar y, la injusticia es que no figuraba en ningún sitio, eran trabajadoras fantasmas, han hecho mucho y después no tenían derecho a prestaciones como el paro o la pensión.

–Estamos asistiendo a una serie de discursos que niegan la existencia de violencia de género ¿cómo puede afectar esto a la sociedad?

–Ese tipo de discursos no los entiendo, no tienen sentido, porque la realidad es totalmente dista y pueden tener unos efectos muy negativos. Días como el 25 de noviembre o el 8 de marzo son como cajas de resonancia en los que todos hablamos mucho, pero hay que visibilizar el problema en el día a día, porque la violencia existe. Creemos que hay derechos que son incólumes, porque ya los hemos adquirido, pero no es así, tenemos que seguir trabajando cada día para mantenerlos y seguir aumentándolos. Me preocupan las nuevas generaciones, que tienen que tener los conceptos claros y no normalizar algo que no lo es. Se puede discrepar en la forma de ver el problema y cómo afrontarlo, pero que está ahí no puede negarlo nadie. En una sociedad avanzada no podemos permitirnos la existencia de violencia de género.

–¿Qué herramientas pueden encontrar las mujeres en Zamora?

–Pueden llamar al 016, que atiende las 24 horas del día, en 52 idiomas diferentes, también hay un número disponible para contactar por WhastApp, 600000016, así como los números de la Policía Nacional y la Guardia Civil, y una aplicación gratuita, Alertcops, que es capaz de mandar una alerta a las fuerzas y cuerpos de seguridad con la geolocalización.

–¿Se están dando nuevas formas de violencia entre los jóvenes?

–La violencia está presente también en las nuevas tecnologías, facilitando la extorsión, la pornografía no consentida y otras similares. La nueva Ley del “Solo sí es sí” contempla estas cuestiones, que antes no lo estaban, protegiendo de forma integral a las mujeres y tratando de erradicar todas las violencias, además de garantizar una educación sexual muy necesaria para los jóvenes.

–Otras cuestiones como la prostitución se abordan menos.

–En los últimos días hemos proyectado el documental de Mabel Lozano, “El Proxeneta, paso corto, mala leche”, que explica perfectamente el tema, la dureza y lo sobrecogedor del asunto. Es una obra que relaciona el mundo de la prostitución con la trata de personas, mostrando dónde convergen, con argumentos de primera mano, y permite hacerse una idea de la cantidad de dinero que mueve este mundo y hasta que punto hay un profundo problema. Me impresionó una frase especialmente en la que el proxeneta que lo protagoniza decía que él no dejaba que se pegara a las mujeres, pero no por defenderlas, sino porque perdían el atractivo, restando valor, como si fueran mercancía.

–¿Cómo está la trata de mujeres en la provincia?

–Tenemos una comisión en la subdelegación de Gobierno que trabaja en el tema, pero no es algo que se denuncia. Antes era más fácil que ahora, había clubs y podían hacerse redadas, pero ahora la mayoría se ha trasladado a pisos privados y allí no puede entrarse sin orden judicial o constancia de que se está cometiendo un acto delictivo. Aquí entra en juego la sensibilidad de los zamoranos, que llama por teléfono a las autoridades cuando escucha ruidos extraños o tiene sospechas sobre el tema, como sucedía con el maltrato durante la pandemia, cuando tuvimos llamadas de vecinos que denunciaban estas situaciones. Por parte de las víctimas hay muy pocas denuncias porque normalmente están engañadas y amenazadas. A este respecto, Apramp es una organización que hace una labor impresionante.