La Opinión de Zamora

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Javier Urra | Psicólogo: “El ser humano. Un ser espiritual”
Javier Urra Psicólogo, presenta su nuevo libro, “El ser humano. Un ser espiritual”

“La sociedad busca la felicidad, pero es difícil sabiendo que hay sufrimiento”

“Las personas, en general, están enfadadas con el mundo por pequeñas tonterías y lo que hay que hacer es aprender a priorizar”

Javier Urra, durante su estancia en Zamora, para participar en el Club LA OPINIÓN-EL CORREO. Ana Burrieza

El ser humano es mucho más que cuerpo y mente y eso lo sabe bien el psicólogo Javier Urra, quien analiza en su último libro, “El ser humano. Un ser espiritual”, los entresijos de la conciencia, los problemas a los que se enfrenta el hombre cada día y la forma de afrontar la vida desde una espiritualidad que aporte paz al día a día. Superada la época de pandemia, el que fuera Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, regresa al Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, un foro en el que siempre ha confiado para presentar todos sus trabajos literarios.

–¿Cómo se decide a analizar y plasmar en un libro todo lo relacionado con la espiritualidad del hombre en estos tiempos?

–Tras una larga experiencia profesional creo que tengo la autoridad suficiente como clínico para poder sentenciar que algo no nos va bien en la sociedad actual, a pesar de que está claro que esta es la mejor sociedad que ha habido nunca, incluso sufriendo la inflación o incluso una guerra. El mundo está mejorando muy rápido y, sin embargo, hay mucha ansiedad, muchísima depresión, aumentan los casos de suicidio y hay una sensación de estar desnortado, una percepción grave de que, como dicen muchos, “no nos da la vida”. Sin embargo, la esperanza de vida es cada vez mayor. Por lo tanto, hay algo en el diagnóstico que no funciona.

Hoy tenemos jóvenes que son como el cristal, duros pero frágiles al mismo tiempo

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–¿Es difícil entonces acertar con el diagnóstico?

–Todo el mundo describe la depresión, señala el trastorno obsesivo compulsivo o el trastorno bipolar, es decir, diagnósticos de lo que se ve. Pero alguien tiene que empezar a decir lo que nos pasa y yo he llegado a la conclusión de que lo que ocurre ahora ya lo dijo en su día Viktor Frankl, que se está perdiendo el sentido de la vida. Mucha gente ahora, por ejemplo, ha dejado de ser religiosa. Tengo la impresión de que no es lo mismo vivir pensando que, pase lo que pase en la vida, luego va a haber una resurrección y la vida eterna que, como dijo Freud, la religión se haya creado a nuestra imagen y semejanza para pode convivir con la angustia.

Javier Urra firma un ejemplar de su nuevo libro ANA BURRIEZA

–¿Es tan complicado vivir sin sobresaltos hoy?

–Hemos creado una sociedad en la que todo el mundo está buscando la felicidad, pero el ser humano, desde que nace, sabe que va a morir, al igual que sus seres más queridos, y así es muy difícil ser feliz, sabiendo que hay dolor, sufrimiento, separaciones de pareja o deslealtades en el trabajo. El ser humano es un ser que anticipa, que tiene memoria, que saber reír y llorar, que no solo tiene dolor, sino también sufrimiento.

Hay personas a las que su fe y la religión les ha servido mucho para su vida

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–En su libro diferencia muy bien entre religiosidad y espiritualidad, dejando claro que no son conceptos sinónimos.

–El libro no las enfrenta ni las confunde. La religión parte del dogma, si tú tienes fe o no, lo que conlleva que hay que tener creencia y obediencia de vida a una estructura jerárquica de las iglesias. La espiritualidad no tiene eso, pero tampoco debe ser algo meramente individual. Creo que el ser humano es mucho más espiritual de lo que gusta reconocer. Hay gente a la que la religión les ha servido mucho en la vida, con una fe maravillosa, pero yo no entro en la religiosidad, pero sí en la espiritualidad. El hombre es un ser social, cultural, natural, fisiológico y biológico. En el libro defino la espiritualidad como el compromiso con los otros, la importancia del tú para poder entender el yo. La persona no existe sin el otro y, a partir de ahí, está la reflexión, captando que hay algo más. Ese captar que no se sabe por qué, pero que aparece en determinados momentos, viendo un amanecer o el crepitar del fuego en una chimenea.

Asistentes al Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA ANA BURRIEZA

–¿Cómo han recibido este libro sus colegas?

–He tenido buenas opiniones, a pesar de que critica con dureza a los compañeros de psicología porque creo que esta ciencia, al igual que la psiquiatría, nunca ha querido abordar temas esenciales, porque simplemente no sabe cómo hacerlo. Se está estudiando todo el día el cerebro, que está muy bien, pero aparte del cerebro el ser humano tiene mente y por eso sabe, siente y padece. Y además no hay que olvidar que tiene alma. Nos preguntamos por qué tenemos miedo a la muerte, si no sabemos si quiera ni por qué estamos vivos. Si no sabemos todo eso, ¿cómo es posible que nos preocupe tanto la muerte? El libro habla de los atajos para escapar y no afrontar la realidad, como caer en las drogas, lo que es preocupante. Este trabajo no quiere hacer apología para que quienes lo lean se hagan más espirituales, sino que lo he escrito desde mi conocimiento como clínico, para ver qué nos pasa, por qué la gente no agradece que salga agua del grifo o que los trenes lleguen a su hora.

La espiritualidad es un compromiso con el otro, la importancia del tú para entender el yo

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–¿Y a qué conclusión ha llegado?

–Las personas, por norma general, están enfadadas con el mundo y se les va la vida en pequeñas tonterías, como una preocupación excesiva por que se le ralle el coche, por ejemplo. Lo que tenemos que hacer es aprender a priorizar.

–En las páginas del libro también aboga por el derecho de los más pequeños a ser educados en la espiritualidad, ¿es algo tan importante?

–Los niños tienen ese derecho, el ir a un hospital donde haya otros niños muy enfermos o a dar un beso a la abuela con alzhéimer que huele mal porque tiene incontinencia urinaria. El libro habla de esas realidades para hacer a los seres humanos algo mucho más profundo, como somos de verdad, según considero.

Javier Urra, con Carmen Ferreras, durante la presentación de su libro en el Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA ANA BURRIEZA

–¿Qué beneficios aportaría esa educación a las nuevas generaciones?

–Creo que fortalecería mucho su carácter. Hoy tenemos jóvenes que son como el cristal, duros pero frágiles. Y yo creo que tendríamos que hacer como Nadal y Federer, que cuando le pegan a la pelota se deforma, pero vuelve a su ser después. Eso que hemos dado en llamar la resiliencia es lo que plantea la espiritualidad. Te fortalece no para evitar el sufrimiento, que es inevitable, pero sí para darle una respuesta, porque si no, la gente está desnortada y todo el mundo se convierte en víctima. Quizá es que nos falta serenidad y aprender a manejarse con ella. Hay que aprender que es una gran suerte el poder dar y ser generoso. A la gente si le das la oportunidad, puede ser muy buena.

–¿El psicólogo sería un buen guía para fomentar esa espiritualidad?

–Creo que hasta el momento no ha sido capaz de conseguir este objetivo, sinceramente. Hay que ir a un respeto humano y a unos valores que son esenciales, hay que comprometerse con la vida. Comprendo que al escribir este tipo de libro haya compañeros que piensen que me he metido en un jardín, porque son temas complejos, pero en los que considero que hay que entrar para mejorar.

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